Éntreme donde no supe,
Y quédeme no sabiendo,
Toda ciencia trascendiendo.
-Coplas
sobre un éxtasis de contemplación de San Juan de la Cruz-
En el trascurrir de la vida hay momentos inolvidables,
experiencias, momentos de gracia que nos conectan con el Ser. Instantes mágicos
en los cuales tenemos la sensación de estar fuera de esta realidad, de la
materia. ¿Por qué creemos eso?
Porque sin saber como por unos instantes nuestra vibración cambia, nuestra
mente está tranquila, libre de pensamientos y observamos-miramos sin intención
alguna. En unos instantes nos sentimos ligeros, llenos de gozo, de paz… y así
sin ningún esfuerzo consciente trascendemos la materia, nos elevamos y nos
conectamos con nuestra esencia. ¿Cómo?
Es un movimiento sutil, ligero, nos abrimos confiadamente, el alma nos conduce
a esta realidad que habitamos. Nos
dejamos llevar confiadamente y sucede.
Estos instantes son sagrados, inolvidables que alimentan
nuestra hambre de Verdad profunda, más allá de todo lo conocido y humildemente
nos desnudamos de los ropajes del personaje y nos entregamos a la vida.
Es curioso ya que no conseguimos nada material pero nos
sentimos plenos y libres. Y así seguimos buscando repetir la experiencia,
esforzándonos y nos olvidamos que esos instantes no salían del esfuerzo sino de
la sensación de vacío, de no intentar conseguir nada, de permitirnos Ser.
¡Oh llama de amor viva,
Que tiernamente hieres
De mi alma en el más profundo centro!
Pues ya nos eres esquiva,
Acaba ya, si quieres;
Rompe la tela de este dulce encuentro.
…/… San Juan de la
Cruz (1542-1591)