Todos los patrones existen en nuestro interior y afloran en
función de con quién me relaciono y del estado anímico.
Los patrones se apoyan en los hábitos adquiridos y nos
sentimos más cómodos con unos que con otros.
Todos tenemos muchos personajes que se van turnando el
micrófono en nuestros pensamientos, y por lo tanto en nuestros actos y en
nuestros sentimientos.
No son los protagonistas de una película, aunque podrían. Son
los Yoes que forman (o formaban) parte de mí.
A menudo nos pensamos que el mundo es malo, que está lleno de
peligros y que tenemos que protegernos. Y resulta que el ejército más terrible
lo llevamos en nuestro interior.
Todos estos personajes, incluso los que nos limitan, tienen sus
partes positivas porque todos sugieren algo para protegernos, para cuidarnos,
para que los demás nos quieran, para que no nos hagan daño, para permitirnos
disfrutar.
Lo que ocurre es que muchos hoy ya no nos resultan
beneficiosos.
Uno de los errores más graves es identificarte con tu
personaje.
Al repetir constantemente un patrón determinado nos vamos
afianzando cada vez más con este papel y sin darnos cuenta nos va siendo más
difícil cambiarlo ya que se convierte en
algo seguro, consistente y nos aferramos a él como punto de apopo fosilizando
sus reacciones sin ser conscientes. Se convierte en un automatismo conocido y
fácil, y acabamos por creer que somos aquel personaje.
Entramos sin saber cómo y no sabemos ni dejarlo ni cómo salir de él.
Es fácil reconocer a tus personajes porque suelen decirte lo
mismo cada vez que aparecen y suelen hacerlo en las mismas situaciones. Algunos
sólo de vez en cuando, como los actores secundarios o los extras de una
película. Otros tienen un papel más protagonista en tu vida y estas tan
acostumbrado a recibir su visita, de tantos años que llevan contigo, que a
veces hasta te identificas con ellos y ni te das cuenta de su presencia
.
Y ahí está el error: identificarte con tu personaje. Porque
tú eres mucho más que eso. Existe una voz por encima de todas que es de tu YO
AUTÉNTICO, y esa es la voz a la que debes darle el micrófono para que los otros
personajes se callen.
Hay personajes de todos los colores y sabores. Lo importante
es entender que todos están ahí para algo. Incluso los limitantes y se trata de
reconocer su propósito para poder obtener eso mismo de otra forma más para tu
salud, bienestar y felicidad.
No hay que rechazarlos, porque lo que rechazamos se hace más
fuerte.
¿Nos damos cuenta del
traje que nos ponemos más a menudo? ¿Conocemos los personajes que nos habitan?
¿Cuál es el Yo que más te limita en tu vida?
¿Podríamos zambullirnos
en nosotros mismos y hallar otra manera de manifestarnos?
Llevamos mucho tiempo con este traje (personaje) y se nos ha
quedado pequeño, corto… ya no corresponde al momento actual, está pasado de
moda y sería bueno actualizarlo.
Pasos a seguir:
-Una vez identificado, reflexiona
sobre lo que te dicen, cuando aparecen y cómo te hacen sentir.
-A posteriori,
busca su intención positiva, su para qué.
-Acéptalo y
agradécele que te haya acompañado todo este
tiempo
.
-Déjale estar
cuando de verdad sea necesario y, cuando no, envíale un mensaje cariñoso y
acogedor y dile que puede cogerse el día libre. Y si vuelve ríete un poco de su
empeño por presentarse cuando nadie lo ha invitado y dile de corazón que hoy no
lo necesitas. Ten paciencia, lleva ya mucho tiempo contigo y no se irá porque
sí.
Llegar al silencio mental puede ser algo que requiera mucho
trabajo interior; pero vivir en armonía y paz con tus personajes, siendo y
avanzando en la misma dirección, sin duda es algo que se puede conseguir.
Os invito a zambulliros en el mar interior de vuestras
emociones, como lo hace el pingüino, confiando en la vida y en sus capacidades…
La precarietat i fragilitat del cos; el crit, universal i
concret, que ens brota; la seva comuna i quotidiana respiració, ens acosten més
a Déu que qualsevol elaboració conceptual.
Tolenino Mendonça (Vers una espiritualitat dels sentits)