Cuando nos respetamos, ocupamos automáticamente nuestro lugar
y dejamos el suyo al otro. Sin embargo, muchos de nosotros tenemos todavía
tendencia a creernos la película del salvador que intenta primero respetar al
otro y después creemos respetarnos a nosotros mismos. Esto es un juego sutil
que esconde con frecuencia una gran necesidad de reconocimiento.
Por tanto, podremos discernir si lo que tomamos por Respeto
lo es o no en realidad, cuando nos atrevamos conscientemente a definir nuestro
espacio.
Un Rey define su espacio sin ningún escrúpulo ni miramientos.
Un buen Rey sabe que es profundamente justo, por eso se ha convertido en un
Rey. No tiene que preocuparse ni dudar de su ecuanimidad; ocupa simplemente su
lugar y resplandece.
Si tenemos dificultad en ocupar el lugar del Rey soberano en
nuestra vida, esto nos muestra que no nos respetamos realmente. ¿Tal vez seguimos creyendo que el Rey es
forzosamente un conquistador que toma sistemáticamente el lugar de los demás?
En realidad, el Rey del que hablamos no es otro que EL QUE
AMA en nosotros y es a esta calidad de presencia a la que es necesario otorgar
su sitio y su resplandor. Frenar el propio resplandor o reducir el espacio
propio es la falta de respeto más grande que podamos tener hacia la vida,
porque si no respetamos el Amor en nosotros, si no lo dejamos ocupar todo su
lugar, continuaremos manteniéndonos en una posición de inferioridad y contribuimos
así a mantener las guerras de poder sobre el planeta.
Entonces, si decidimos ocupar nuestro lugar,
podemos hacer el siguiente ejercicio siempre que lo deseemos. Cuando más lo
practiquemos, más se convertirá en nuestro estado de ser permanente.
Cuando caminemos, imaginemos que es un Rey el
que camina, un Rey de Amor y de Luz, digno de su presencia, digno de ofrecer su
presencia y su Amor al mundo. Cuando miremos a alguien o alguna cosa, dejemos
que fluya de nuestra mirada la aceptación, la ternura de nuestro corazón y la
verdad sobre el otro, inundémosle de energía y de atención bondadosa.
Cuando estemos solos, sentimos el espacio que
ocupamos y el resplandor del que podamos ser conscientes y agradezcamos el
haber recibido el lugar que ocupamos en ese momento.
Silencio/Meditación.