Lo primero de todo, has de escoger una habitación tranquila
donde sentarte. Extiende un cojín bajo (sabutón) cuadrado relativamente blando
(o, en su defecto una manta doblada), de unos 90 cm. De lado y pon encima otro,
más pequeño, redondo, que tenga unos 30 cm. De diámetro y 6-9 cm. de alto
(safu), para sentarte en él, o usa en lugar de este último, un cojín cuadrado
doblado por la mitad. Es preferible no llevar ni pantalones ni calcetines, ya que
al cruzar las piernas y colocar los pies, estorban.
Por una serie de razones, lo mejor es sentarse en la postura
de “loto completa”. Para sentarse en el “loto completo”, colocas el pie de la
pierna derecha sobre el muslo de la izquierda, y el pie de la pierna izquierda,
sobre el muslo de la derecha. La gran ventaja de esta manera de sentarse está
en que al establecer una base ancha y sólida, tocando el cojín cuadrado con las
piernas cruzadas y las dos rodillas, consigues una estabilidad perfecta. Estando
de esta manera el cuerpo inmóvil, ningún movimiento físico empuja los
pensamientos a la actividad y la mente
se sosiega con más facilidad.
Si te resulta difícil sentarte en el “loto completo” a causa
del dolor, siéntate en el “medio loto”; esto se hace colocando el pie de la
pierna izquierda sobre el muslo de la derecha. Para quienes no están
acostumbrados a sentarse con las piernas cruzadas incluso esta postura puede
ser difícil de mantener. Seguramente te resultará difícil tener apoyadas las
dos rodillas en el cojín y tendrás que estar constantemente empujando una o
ambas hacia abajo, hasta conseguir que se queden allí. Tanto en la postura del
“loto completo” como en la del “medio loto”, el pie que queda arriba puede
cambiarse por el otro, cuando las piernas se cansan.
A quien le resulta sumamente incómoda cualquiera de estas
posturas tradicionales del zazen, existe una alternativa en la postura
tradicional japonesa, que consiste en sentarse sobre los talones y
pantorrillas. Se puede aguantar más tiempo si se coloca un cojín entre los
talones y los glúteos. Una ventaja de esta postura es que resulta fácil de
mantener la espalda derecha.
Sin embargo, si todas estas posturas resultan demasiado
dolorosas, puedes usar una silla.
a)
Colocación
de las manos: Deja descansar la mano derecha palma arriba, en el regazo y
coloca la mano izquierda, palma arriba también, encima de la palma derecha. Las
yemas de los dedos pulgares se tocan ligeramente de tal manera que entre las
palmas y los pulgares se forma un círculo aplanado por arriba.
El lado derecho del cuerpo es el polo
activo; el lado izquierdo el pasivo. Así que durante el zazen dejamos abajo el
lado activo, colocando el pie izquierdo y la mano izquierda sobre los miembros
respectivos de la derecha, como ayuda para conseguir la mayor tranquilidad
posible. Sin embargo, si te fijas en una imagen de Buda, verás que la postura
de sus miembros es justa al revés. Esto significa que en un Buda, a diferencia
de nosotros, está activamente comprometido en la tarea de salvar a todos los
seres.
b)
El
tronco: Después de haber cruzado las piernas, inclínate hacia adelante, como
para empujar hacia afuera los glúteos; luego, poco a poco, incorpora el tronco
hasta dejarlo erguido. La cabeza debe estar derecha; visto de lado, tus orejas
deben estar en línea con los hombros y la punta de la nariz en línea con el
ombligo. De la cintura para arriba, el cuerpo no debe pesar y ha de estar libre
de tensión o de presión. Mantén los ojos abiertos y la boca cerrada. La punta
de la lengua debe tocar ligeramente la parte interior de los dientes de arriba.
Si cierras los ojos, vas a caer en un estado de amodorramiento, propenso a
sueños. La mirada debe estar dirigida hacia abajo, a 90 cm. de distancia en el
suelo, sin enfocar nada en particular. La experiencia demuestra que la mente
con sigue la máxima tranquilidad y la menor fatiga o tensión estando los ojos
en esta posición inclinada.
La columna vertebral debe estar
siempre erguida. Esto es importante. Cuando el cuerpo se hunde, no sólo se
produce una presión indebida en los órganos interiores, impidiendo su libre
funcionamiento sino que además las vértebras, al presionar sobre determinados
nervios, pueden producir todo tipo de tensiones. Como cuerpo y mente forman una
unidad, cualquier desajuste en las funciones fisiológicas inevitablemente
repercute en la mente, restándole claridad y recogimiento o unificación (en un
punto), elementos esenciales para una concentración eficaz. Desde un punto de
vista meramente psicológico, una postura erguida, rígida, es tan poco deseable
como una postura encogida; pues la primera surge de un orgullo inconsciente y
la segunda de sentimientos de autocompasión. Como lo uno y lo otro tiene su
origen en el ego, constituye por igual un impedimento para la iluminación.
c)
La
cabeza: Estáte atento en mantener la cabeza derecha; si se cae hacia adelante o
hacia atrás o hacia un lado, quedándote así bastante tiempo, puede producirse
como un calambre en la nuca.
Una vez has cogido la postura
correcta, inspira profundamente, retén el aire un momento y luego espira
despacio y sosegadamente. Repítelo dos o tres veces, respirando siempre por la
nariz. Después de esto, respira normalmente. Una vez te hayas acostumbrado y
hayas cogido la rutina, bastará con una respiración profunda al principio.
Ahora inclina el cuerpo, primero hacia la derecha, lo más que puedas; luego,
hacia la izquierda, unas siete u ocho veces, describiendo arcos grandes que
luego se van haciendo más pequeños, hasta que el tronco acaba, con toda
naturalidad, descansando en el centro. Ahora estás preparado para concentrar tu
mente.
SAFU (cojin para el zazen)
-Tela tupida (gabardina o similar)
negra o en tonos oscuros.
-Relleno natural (mirahuano, lana…)
-Cortar dos redondeles de 30 cm de
diámetro y una tira de 1,5 m por 16 cm.
-Coser la tira a los redondeles
haciendo 22 pliegues y dejar los extremos montados, sin coser, un buen trozo.
Por esta abertura, dar la vuelta a la funda y rellenarlo.
FIN DE UNA SENTADA
Al terminar un período de zazen no te
levantes bruscamente, sino empieza moviéndote de lado a lado, primero
describiendo oscilaciones pequeñas, luego más grandes, más o menos media docena
de veces. Te darás cuenta que los movimientos en este ejercicio van en sentido
inverso al de aquellos que hiciste al comienzo del zazen. Levántate despacio y
anda reposadamente junto con los demás en el llamado kinhin, que es una forma
de zazen andando.
KINHIN O PASEO MEDITATIVO
El kinhil se hace apoyando el puño
derecho metido el pulgar adentro, en el pecho y cubriéndolo con la mano
izquierda quedando ésta en horizontal por encima, a la vez se sostienen ambos
codos en ángulo recto. Mantén los brazos en horizontal y el cuerpo erguido, los
ojos en ángulo fijo mirando a unos dos metros delante de los pies, en el suelo.
Al mismo tiempo, sigue contando las inspiraciones y aspiraciones, mientras vas
andando despacio por la habitación. Comienza a andar con el pie izquierdo y anda
de tal manera que el pie vaya posándose en el suelo empezando por el talón y
terminando por los dedos. Anda con calma y regularidad, con elegancia y
dignidad. No hay que andar distraídamente; la mente debe estar recogida, concentrándose
en el contar. Es aconsejable prolongar este paseo al menos durante cinco
minutos después de cada período de zazen de veinte a treinta minutos.
Considera este andar como un zazen en
movimiento. Rinzai y Soto difieren considerablemente en la manera de hacer este
kinhin. Según el método que usa Rinzai, el andar es brusco y enérgico, mientras
que el Soto tradicional es lento y reposado; de hecho, en cada respiración sólo
se avanza unos 15 cms. Harada Roshi estaba a favor de una forma más o menos
intermedia entre las dos, y éste es el método que hemos venido practicando
aquí. Además, la escuela Rinzai pone la mano izquierda encima de la derecha,
mientras que en el Soto ortodoxo se coloca encima la mano derecha. Harada Roshi
encontraba que la manera que tiene Rinzai de colocar la mano izquierda encima,
era preferible, así que la integró en su propia manera de enseñar. Ahora bien,
aunque este paseo evita que tus piernas se queden anquilosadas, esto es sólo un
efecto secundario, pero no es el fin principal del kihin, y quienes estáis
trabajando con un koan, debéis seguir haciéndolo mientras dura el paseo.
-Extraído de la revista Pasos
Introducción al zazen (1990)
Continuará…