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Núria Argany te ofrece la posibilidad de conectar con tu esencia, lo que verdaderamente eres, haciéndote consciente de tu personaje, reconociendo tus proyecciones y resistencias a través de técnicas-terapias corporales, psicológicas y energéticas, recobrando el equilibrio, la armonía y la paz interior.

Núria Argany se ha formado a través de:

Seitai, Meditación Zen, Psicología, Terapias Naturales y Energéticas, Preparación al Parto Consciente, Ito-Termi, Sueños, Oligoelementos, Dietética, Formas-Pensamientos, Regresiones, RMF-Balacing, Tachyon, Ataraxia, Curación Cuántica, y Reconnective Healing.



martes, 5 de febrero de 2019

INSTANTES...


Éntreme donde no supe,
Y quédeme no sabiendo,
Toda ciencia trascendiendo.

-Coplas sobre un éxtasis de contemplación de San Juan de la Cruz-

En el trascurrir de la vida hay momentos inolvidables, experiencias, momentos de gracia que nos conectan con el Ser. Instantes mágicos en los cuales tenemos la sensación de estar fuera de esta realidad, de la materia. ¿Por qué creemos eso? Porque sin saber como por unos instantes nuestra vibración cambia, nuestra mente está tranquila, libre de pensamientos y observamos-miramos sin intención alguna. En unos instantes nos sentimos ligeros, llenos de gozo, de paz… y así sin ningún esfuerzo consciente trascendemos la materia, nos elevamos y nos conectamos con nuestra esencia. ¿Cómo? Es un movimiento sutil, ligero, nos abrimos confiadamente, el alma nos conduce a esta realidad que habitamos.  Nos dejamos llevar confiadamente y sucede.

Estos instantes son sagrados, inolvidables que alimentan nuestra hambre de Verdad profunda, más allá de todo lo conocido y humildemente nos desnudamos de los ropajes del personaje y nos entregamos a la vida.

Es curioso ya que no conseguimos nada material pero nos sentimos plenos y libres. Y así seguimos buscando repetir la experiencia, esforzándonos y nos olvidamos que esos instantes no salían del esfuerzo sino de la sensación de vacío, de no intentar conseguir nada, de permitirnos Ser.

¡Oh llama de amor viva,
Que tiernamente hieres
De mi alma en el más profundo centro!
Pues ya nos eres esquiva,
Acaba ya, si quieres;
Rompe la tela de este dulce encuentro.
…/…                               San Juan de la Cruz (1542-1591)




       



domingo, 6 de enero de 2019

Reflexiones... Sufrimiento y el final del sufrimiento


Eckhart Tolle nos habla del sufrimiento y dice:

La interconexión de todas las cosas siempre ha sido  conocida por los budistas, y ahora los físicos lo confirman:

Nada de lo que ocurre es un suceso aislado; solo aparenta serlo. Cuando más lo juzgamos y lo etiquetamos, más lo aislamos. La totalidad de la vida se llega a fragmentar por nuestro pensamiento, sin embargo es la totalidad de la vida la que ha producido ese suceso que es una parte  de la red de interconexiones que constituyen el cosmos. Esto significa, que cualquier cosa que es no podría haber sido de otro modo.


En la mayoría de los casos ni siquiera podemos empezar a entender el rol que puede desempeñar un suceso aparentemente sin sentido en la totalidad del cosmos, pero conocer su inevitabilidad dentro de la inmensidad de la totalidad puede ser el principio de una aceptación interna de lo que es, y esto nos permite realinearnos con la totalidad de la vida.
 
La verdadera libertad y el final del sufrimiento consisten en vivir como si hubieras elegido deliberadamente cualquier cosa que sientas o experimentes en este momento. Este alineamiento interno con el Ahora es el final del sufrimiento.

¿Es realmente necesario el sufrimiento? Sí y no. Si no hubieras sufrido como lo has hecho no tendrías profundidad como ser humano no tendrías profundidad, ni humildad, ni compasión.

El sufrimiento abre el caparazón del Ego y llega un momento que ya ha cumplido su propósito. El sufrimiento es necesario hasta que te das cuenta de  que es innecesario.

La infelicidad necesita un “yo” fabricado por la mente, con una historia, una identidad conceptual. Necesita de tiempo, pasado y futuro. Cuando retiras el tiempo de tu infelicidad ¿qué es lo que queda?, únicamente queda este momento tal como es, puede ser una sensación de pesadez, agitación, tirantez, enfado, o incluso náusea.

Nada de eso es infelicidad, y no es un problema  personal. No hay infelicidad en el dolor humano, no hay nada personal en el dolor humano. Simplemente es una intensa presión o una intensa energía la que sientes en alguna parte del cuerpo al prestarle atención la sensación no se convierte en un pensamiento y así no se reactiva el “yo” infeliz. Observa lo que ocurre cuando dejas que la sensación sea.

Surge mucho sufrimiento, mucha infelicidad cuando te tomas cada pensamiento que pasa por tu cabeza como cierto, las situaciones no te hacen infeliz. Pueden causarte dolor físico pero no te hacen infeliz. Tus pensamientos te hacen infeliz. Tus interpretaciones, las historias que te cuentas a ti mismo, te hacen infeliz. “Los pensamientos que estoy pensando ahora mismo me hacen infeliz”. Cuando te das cuenta de eso rompes tu identificación inconsciente con dichos pensamientos.

¡Qué día más horrible! Él ni siquiera tuvo el detalle de devolverme la llamada. Ella me ha decepcionado. Pequeñas historias que nos contamos a nosotros mismos y a los demás, a menudo en forma de quejas,  están diseñadas inconscientemente para ensalzar nuestro siempre deficiente sentido de la identidad haciendo que nosotros “tengamos razón” y alguna cosa o persona esté “equivocada”.

“Tener razón” nos sitúa en una posición de superioridad imaginaria, fortaleciendo así nuestro falso sentido del yo, del ego. Esto también hace que nos creemos algún tipo de enemigo: Si, el ego necesita de enemigos para definir sus límites; y hasta el tiempo meteorológico puede cumplir esa función.

Los juicios mentales habituales y la contracción emocional hacen que mantengas una relación personalizada y reactiva con las personas y sucesos de tu vida. Todo esto son formas de sufrimiento autocreado, pero no las reconoces como tales porque para el ego son satisfactorias. El ego se crece en la reactividad y el conflicto.

Que simple sería la vida sin estas historias: Está lloviendo. El no me ha llamado. Yo estuve allí. Ella no.

Cuando estés sufriendo, cuando te sientes infeliz estate totalmente con lo que es Ahora.

La infelicidad y los problemas no pueden sobrevivir en el Ahora.

El sufrimiento comienza cuando nombras o etiquetas mentalmente una situación como indeseable o mala. Te sientes agraviado por una situación y ese resentimiento la personaliza, haciendo que surja el “yo reactivo”.

Nombrar y etiquetar es habitual pero estos hábitos pueden romperse. Empieza a practicar el “no nombrar” en pequeños hechos. Si pierdes el avión, si se te caes y rompes una taza o si te resbalas y caes en un charco ¿puedes contenerte y no nombrar como mala o dolorosa a esa experiencia? ¿Puedes aceptar inmediatamente que ese momento es cómo es? Considerar que algo es malo produce una contracción emocional en ti. Cuando dejas que la situación sea, sin nombrarla de repente dispones de una enorme energía. La contracción corta tu conexión con ese poder, el poder de la vida misma.

Comieron el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Ve más allá del mal absteniéndote de etiquetar mentalmente. Las cosas de considerarlas buenas o malas.

Cuando vas más allá del hábito de nombrar, el poder del Universo se mueve a través de ti. Cuando mantienes una relación no reactiva con las experiencias, lo que antes hubieras considerado como “malo” dará un giro rápido, cuando no inmediato, mediante el poder de la vida misma.

Observa que ocurre cuando, en lugar de considerar una experiencia como “mala” la aceptas internamente, le das un “Sí” interno, dejándola ser como es.

Sea cual sea tu situación existencial ¿Cómo te sentirías si la aceptases completamente tal como es, Ahora mismo?

Existen muchas formas de sufrimiento sutiles y no tan sutiles que consideramos “normales” y que por regla general no reconocemos que nos hagan sufrir y incluso pueden ser satisfactorias para el ego: irritación, impaciencia, ira, tener un problema con algo o alguien, resentimiento, queja. Puedes aprender a reconocer todas estas formas de sufrimiento cuando se presentan, y reconocer: “En este momento estoy creando sufrimiento para mí mismo”.

Si tienes el hábito de crearte sufrimiento a ti mismo, probablemente también harás sufrir a otros. Estos patrones mentales inconscientes tienden a llegar a su fin por el simple hecho mero hecho de hacerles conscientes, dándote cuenta de ellos a medida que ocurren. No puedes ser consciente y crearte sufrimiento a ti mismo. Este es el Milagro: detrás de cada estado, persona o situación que parece “mala” o “perversa” se esconde un bien mayor. Ese bien mayor se te revela –tanto dentro como fuera- mediante la aceptación interna de lo que es. “No te resistas al mal” es una de las más altas verdades de la humanidad.

Un diálogo: Acepta lo que es. –No puedo aceptarlo, hace que me sienta molesto y enfadado. –Entonces acepta lo que es- ¿Aceptar que estoy molesto y enfadado? ¿Aceptar que no puedo aceptarlo? -SÍ.
 
-Trae aceptación a tu “no aceptación”,
-Trae rendición a tu no rendición.

Luego observa lo que ocurre.

El dolor físico crónico es uno de los profesores más severos que podemos tener. Su enseñanza es: “La resistencia es inútil”.

Nada podría ser más normal que el deseo de no sufrir. Sin embargo, puedes abandonar esa actitud y permitir que el dolor esté ahí, puede que sientas una sutil separación interna del dolor, como un espacio entre el dolor y tú, por así decirlo. Esto implica sufrir conscientemente, voluntariamente.

Cuando sufres conscientemente, el dolor físico puede quemar, rápidamente el ego en ti, ya que el ego está compuesto en gran medida de resistencia. Esto mismo es válido para la incapacidad física extrema. “Ofrecer tu sufrimiento a Dios” es otra manera de decir lo mismo.

No hace falta ser cristiano para comprender la profunda verdad universal contenida simbólicamente en la imagen de la cruz. La cruz  es un instrumento de tortura, Representa el sufrimiento más extremo, la mayor limitación e impotencia con la que un ser humano puede toparse.

Entonces, de repente, ese ser humano se rinde, sufre voluntariamente, conscientemente y esto es expresado en las palabras: “Hágase tu voluntad, y no la mía”. En ese momento la cruz, el instrumento de tortura muestra su cara oculta: también es un símbolo sagrado, un símbolo de lo divino. Lo que parecía negar la existencia de cualquier dimensión trascendental en la vida, mediante la rendición, se convierte en una abertura hacía esa dimensión.


                          

Seguiremos reflexionando…









viernes, 14 de diciembre de 2018

¿Es dueño el ser humano de sí mismo?





 
Daniel Kahneman en su obra “Pensar rápido, pensar despacio”, en la que nos describe los automatismos cognitivos que generalmente rigen nuestra forma de vivir sin que seamos apenas conscientes de ello –lo que bautizó en dicha obra como “Sistema 1”, que tiene “habilidades como la de interpretar y entender matices en situaciones sociales”, y que ése “conocimiento (absorbido desde la infancia) es almacenado en la memoria y se a él sin intención ni esfuerzo”-. Dependiendo de la situación en la que se encuentra un individuo, e igualmente de su estado anímico, actuará de una forma u otra siempre –o casi siempre- siguiendo el dictado de los automatismos cognitivos que integran lo que podemos llamar la personalidad de un sujeto. Este hecho nos indica que el ser humano actúa, piensa y se emociona a través de los estímulos externos, estando sujeto a dichos acicates para moverse por la vida. No somos dueños de nosotros mismos, actuamos muchas veces sin pensar; las emociones negativas condicionan nuestros procesos cognitivos y nuestros actos, sin que tengamos en cuenta si dichas emociones son producto de traumas o de una pobre educación emocional que nos ayuda a reconocer cuándo somos nosotros conscientes y cuándo surgen los automatismos que funcionan independientemente de nuestra conciencia.
 
Boris Mourvieff, en su obra Gnosis, nos describe la interioridad del ser humano con una clara analogía:

“(…) El hombre está tan atrapado en el engranaje de la vida mecanizada que no le queda tiempo para hacer alto ni el poder de atención necesario para dirigir hacia sí mismo su mirada mental. El hombre pasa sus días absorbido por las circunstancias. La inmensa máquina que lo arrastra gira sin cesar y le impide detenerse, a riesgo de ser destrozado. Hoy como ayer y mañana como hoy, se agota el hombre en esa carrera desenfrenada, lanzado en una dirección que, en definitiva, no lo conduce a ninguna parte. La vida pasa casi desapercibida, rápida como un trazo de luz, después, siempre ausente de sí mismo, cae, devorado (…) todo cambia en nosotros y a cada instante. Basta el menor choque exterior –agradable o desagradable, feliz o desgraciado- para que nuestro contenido interior tome un nuevo aspecto. (…) en realidad no vive en nosotros un hombre único sino varios, cada uno con sus propios gustos, sus aspiraciones propias y persiguiendo sus propios fines. De pronto descubrimos en nosotros un mundo lleno de vida y de colores que hasta ayer ignorábamos casi por completo.

“De continuar la experiencia, pronto distinguiremos tres corrientes en esa vida en perpetuo movimiento: la de la vida, por así decir vegetal, de los instintos; la de la vida animal de los sentimientos y, finalmente, la corriente de la vida propiamente humana, caracterizada por el pensamiento y la palabra. Algo así como si en nosotros existiesen tres personas. Pero donde todo está entremezclado de una extraña manera.

Podemos apreciar entonces el valor de la introspección cómo método de trabajo práctico que permite conocerse y entrar en sí mismo. A medida que progresamos nos damos más y más cuenta de la real situación en que nos encontramos. En definitiva, el contenido interior del hombre es análogo a un recipiente lleno de limaduras en estado de mezcla por acción mecánica, de modo tal que cualquier choque sufrido por el recipiente provocará un desplazamiento de las partículas de limadura. Es así como la vida real escapa al ser humano, a causa de ese cambio permanente de su vida interior.”

Recordemos que estos automatismos o partículas de limadura son aspectos de la vida humana que fueron asimilados por uno mismo en el pasado, y que generalmente provienen de la estructura de la psicopática sociedad en la que vivimos. Llevamos dentro al monstruo del sistema patócrata, y por lo tanto somos parte de él.

Definición de Pantocracia:

Un sistema de gobierno creado por una pequeña minoría patológica que toma el control de una sociedad de personas normales (extraído de La Ponerologia Política: una ciencia de la naturaleza del mal ajustada a propósitos políticos de Andrze Lobaczewski).


         
 Moviendo el cuerpo y Meditación

            

martes, 4 de diciembre de 2018

El Centramiento de Antonio Blay


“Desde el Centro se descubre la Unidad del cielo y la tierra. El Centramiento es la puerta al Infinito: el descubrimiento de que uno es el Sujeto de todo objeto; de que Yo soy el Centro de toda experiencia”. (Antonio Blay).




 Centramiento viene de centro. Quiere decir que es un ejercicio que va en busca, de alguna manera, de ese centro. De que nos reconozcamos en este centro, en esos centros. Centros que corresponden a esos tres niveles que hemos hablado. A nivel de energía, a nivel afectivo y a nivel de visión. Centramiento será el gesto, el acto de reconocernos como centro de ese campo de energía, de ese campo afectivo, y mental.
 
Hablamos de este fondo, de esta profundidad dándole diferentes nombres. Diferentes nombres que no dejan de ser diferentes aproximaciones de una misma cosa. Con lo cual, a lo mejor una de esas aproximaciones nos resulta más accesible.

Apuntamos a nuestra identidad individual, a nuestro fondo. En la terminología de nuestra cultura y nuestra religión sería lo que se entiende como alma. La raíz individual, lo que somos profundamente.


                   
EJERCICIO DE CENTRAMIENTO

Recordar, respecto a la postura… buscar la máxima comodidad… teniendo presente, simplemente dos cosas: la espalda recta y la cabeza, también en línea recta con la espalda.

Por otra parte, los brazos del modo que os permita tener los hombros relajados. Por lo demás, buscar la máxima comodidad.

Podemos comenzar haciendo tres o cuatro respiraciones completas, profundas…

Procurar que la espiración sea larga y aprovecharla para aflojar… para soltar tensiones y crispaciones.

Dejad ahora que… la respiración se vaya normalizando…

Dediquemos unos instantes a contemplar la respiración…

Una contemplación sentida. Acompañar el movimiento… de cada inspiración… de cada espiración.

Sentir el movimiento. Allá donde registréis la respiración… en el abdomen… en el pecho.

Por un momento dejad pasar los pensamientos y atender al hecho vivo de la respiración.
 
Acompañar la respiración.

Manteneros en la escucha de la respiración.

Sentir como la respiración surge de modo espontaneo… como es algo que viene de una profundidad… que no la fabricamos.

Sentir también la energía que “empuja” la respiración.

A través de la respiración tomemos también contacto con la “experiencia”  con la “vivencia” del cuerpo… sintamos el cuerpo… no como idea, no como imagen… sino como experiencia directa… aquí y ahora… la sensación de estar aquí… “corporalmente”.

Sentir el cuerpo… no como concepto sino como experiencia… sensación.

Registrar, poco a poco, como esa sensación de lo corporal… está hecha de energía.

Démonos ahora cuenta de algo fundamental… hay alguien que “vive”, que “experimenta” la sensación, la vivencia del cuerpo… de la respiración… Soy yo como identidad, como sujeto… el que vive… quedémonos allí. Una cosa es lo que percibo, la sensación…otra el “Yo” “El Centro” “El Sujeto” que las vive… Apuntemos ahí… descubramos… detrás de las sensaciones, de lo corporal, de la energía.

Las sensaciones cambian… unas veces sentimos el cuerpo de una manera: cansado o con energía, con fuerza… sin embargo… El que vive, el que experimenta es siempre el mismo… Yo soy el que vive.

…..

Ahora os pediré que imaginéis, que visualicéis… una situación que os haga sentiros contentos, felices, alegres… o simplemente a gusto… una situación real o ideal… quizás alguien querido… quizás un momento en que uno se siente muy cómodo… imaginar cualquier situación que os despierte un sentimiento… un sentimiento expansivo… de amor, de alegría o belleza… imaginar eso… imaginaros que osa encontráis con esa persona… o que estáis en esa situación… esa situación quizá que deseáis, que queréis que se produzca… imaginar…

En la medida en que imagináis, se producirá una expansión, un sentimiento, afecto… alegría… procurar sentir eso de un modo consciente…

Sintamos “abiertamente” ese afecto… alegría… o belleza provocado por esa imagen, situémonos ahí, en lo que sentimos…

Dejad que ese sentimiento se “expanda”, se “abra”… abandonar la imagen y manteneros en lo que sentís… descubramos ahora algo fundamental… hay alguien que siente… el sentimiento está ahí, lo percibimos, lo vivimos. “Yo” soy el que siente, no lo que siento… el que siente… el que está detrás de los estados… en el fondo de lo que siento… de los sentimientos… el “Yo” que siente… el “Centro”…

Una cosa es lo que siento… que cambia, que varía… otra el Yo que siente… la Presencia. Aquello que siento… me sienta bien o me sienta mal… Yo soy Yo… profundamente Yo… Ocupémonos de “Ser” no de sentir.

Constatar como en vuestra vida los estados cambian continuamente… constatar también como uno es Uno detrás de esos estados… Yo soy el mismo… cuando estoy triste y cuando estoy alegre… soy el mismo… “cambia mi estado, mi raíz, mi identidad… Soy el mismo”.

Estar con ello en vuestro interior… dar espacio a esa presencia íntima, permanente.

No queráis “coger” “encontrar un objeto”… es simplemente “estar” con esa presencia… en presente… de Ser… ser “el que siente”…

Hay alguien que siente… ¿Quién soy yo?... no queráis contestar…sólo seguir el curso de la pregunta… de la intuición.

Sentir como estáis más presentes detrás de los estados. Dejémonos de confundir con los estados, con lo que nos pasa… descubramos que uno es uno detrás de los estados… esté bien o esté mal soy el mismo… Soy el Mismo.

…..

Desde ahí, si os parece, nos aproximamos al ámbito de nuestra mente…

De una manera sigilosa, simplemente, observemos el estado de nuestra mente… observar los pensamientos… la agitación que hay… pensamientos que aparecen… observarlos sin intervenir… observar los pensamientos… y dejarlos pasar, sin tomar partido, sin opinión.

En la medida de lo posible daros cuenta de hay alguien que observa… yo soy el que ve, “el testigo”… no un pensamiento… el que ve, el “espectador”… reconozcámonos ahí… apuntemos ahí…

Detrás de los pensamientos… soy el testigo de lo que veo…

…..

Ahora, dejad sensaciones, estados, pensamientos y permanecer… unos instantes totalmente presentes… como identidad… en el YO SOY… detrás de lo que vivo… la Raíz de Ser… Yo soy Yo.
 
Ayudémonos en este reconocimiento de lo que somos, en sí… En la constatación del cambio en nuestra vida… Cómo desde que éramos niños a ahora todo en nuestra vida ha cambiado… el cuerpo… afectos… ideas… todo ha cambiado… todo… Sin embargo hay algo Permanente… una es la misma… profundamente la misma hora que cuando era niña, o cuando era adolescente… la misma… ¿Qué es eso que es lo mismo?... apuntemos… dirijámonos totalmente a ello… con toda intensidad… aquello que es permanente… la mismidad… la identidad… aquello que he sido siempre… que seré siempre.

No intentemos coger eso… simplemente estemos ahí, en ese “eco”… junto a ese “ser el mismo”…

Ese es el punto de identidad, de mismidad…

El punto que somos no es ni una explicación, ni un estado, ni una experiencia… es algo que ha permanecido intacto a lo largo del tiempo…

No perdáis de vista ese aroma, ese eco… máxima contemplación… estar ahí.

La pregunta ¿qué es eso que se mantiene idéntico? ¿Quién está detrás?

Cuando queráis, podemos soltar esta noción de Yo, de Identidad para abrirnos totalmente al Silencio… al Silencio que nos envuelve, que nos acoge, haciendo el gesto de soltar, de abandonarnos en esto que intuimos como Infinito, Inmenso, Causa de Todo…

…..

Cuando queráis tomaremos conciencia del cuerpo… procuraremos mantener esta mayor presencia… mayor silencio interior… y desde ahí nos expresaremos mental, afectiva…

“El Centramiento es en sí mismo gozoso, satisfactorio. No debe entenderse como una disciplina sino con él practicamos Ser conscientemente lo que somos siempre; o mejor, conectamos con lo que ES siempre en nosotros”. A. BLAY