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Núria Argany te ofrece la posibilidad de conectar con tu esencia, lo que verdaderamente eres, haciéndote consciente de tu personaje, reconociendo tus proyecciones y resistencias a través de técnicas-terapias corporales, psicológicas y energéticas, recobrando el equilibrio, la armonía y la paz interior.

Núria Argany se ha formado a través de:

Seitai, Meditación Zen, Psicología, Terapias Naturales y Energéticas, Preparación al Parto Consciente, Ito-Termi, Sueños, Oligoelementos, Dietética, Formas-Pensamientos, Regresiones, RMF-Balacing, Tachyon, Ataraxia, Curación Cuántica, y Reconnective Healing.



jueves, 9 de julio de 2015

¿Qué es la divinidad?





¿Qué es la divinidad? ¿Cuál es la naturaleza de esta relación suprema? El que habla, dice el Tao Te King, no sabe. No se puede expresar en palabras. Muchas religiones nos enseñan que esta intimidad definitiva no es separable, ni siquiera distinta, de nuestras relaciones cotidianas en la familia, el matrimonio, la comunidad y la amistad. Sin embargo, es una dimensión que podemos perdernos si nos cerramos a su presencia. Podríamos recurrir a las religiones del mundo –una vasta fuente de poesía, confesión, plegaria i ritual- para instruirnos en esta dimensión de la relación, pero en último término encontraremos esta corriente oculta en todas nuestras relaciones, a nuestra manera, única y especial. A algunos se les puede presentar en un momento de éxtasis, a otros en una época de tormento. Puede adoptar la forma de una comunidad profundamente satisfactoria o puede aparecer en un instante de serena soledad, en el que, con Emily Dickinson, descubrimos que las colinas son nuestros amigos más verdaderos.
Sabiendo que la relación posee esta vena divina, podemos sentirnos libres de disfrutar plenamente de sus elementos humanos. No nos distraeremos con las imperfecciones de nuestra pareja o nuestra familia. No exigiremos que la relación se desenvuelva según nuestras expectativas e ideologías. No necesitaremos controlar cada centímetro del camino juzgando con angustia. Quizás incluso lleguemos a descubrir que siendo bondadosos con los demás podemos aprender a ser bondadosos con nosotros mismos, una virtud que se echa de menos en una época de un moralismo psicológico de ancha repercusión.
Si cuidamos del alma en nuestras relaciones y por medio de ellas, podemos disfrutarlas tanto práctica como místicamente, y con auténtica tolerancia hacia la individualidad de los demás, en la relación en sí y en nosotros mismos. Podemos permitir que ocurran acontecimientos imprevistos, dejar que las personas cambien, tolerar nuestros anhelos y nuestras propias necesidades idiosincrásicas, y apreciar y disfrutar de una comunidad de individuos que quizá piensen de otra manera que nosotros, vivan de un modo peculiar y se expresen sin demasiada racionalidad. Pues en eso consiste la relación: en descubrir la multitud de maneras en que el alma se encarna en este mundo.
Toda relación, desde la intensa proximidad entre padres e hijos o entre los miembros de una pareja hasta las relaciones más distantes con compañeros de trabajo o con personas con quienes hacemos negocios, o incluso con el conductor del autobús que tomamos cada día para ir a trabajar, es un entretejimiento de almas. El don que hay en este entretejimiento no es sólo la intimidad entre personas, sino también una revelación del alma misma, junto con una invitación a introducirnos más profundamente en sus misterios. ¿Qué puede expresar mejor el objeto de la vida humana que comprometerse con esta alma, con sus cualidades manifiestas y ocultas, sus alquimias misteriosas y sus devociones transformadoras? Si podemos encontrar el mundo entero en un grano de arena, también podemos hallar el alma misma en ese pequeño punto de la vida en el que se cruzan los destinos y se entremezclan los corazones.
                Las Relaciones del Alma de Thomas Moore


Cuando aguantamos, no expresamos lo que nos duele, en general es debido a que no queremos herir al otro, hacerle daño ya que conocemos por nuestra propia experiencia el dolor que nos causan estas situaciones. Como esta acción de aguantar es anti-natura, es decir que bloquea el flujo natural de la energía, llega un momento en que estallamos o decidimos romper la relación con el fin de sobrevivir, protegernos. Es un acto sano hacer este primer paso, es una decisión que nos aporta tranquilidad, autoestima y nos sentimos mejor con nosotros mismos, nos hemos tenido en cuenta ya que en la situación anterior no lo hacíamos.
Una vez obtenida la distancia y el sosiego, podemos empezar a observar e investigar cuales son los motivos por los cuales no nos atrevíamos a expresar nuestras emociones, a poner límites; a reconocer las dificultades emocionales para expresar, pedir, limitar y comunicar.
Poco a poco conociéndonos en más profundidad y darnos cuenta que la situación nos ha servido para aprender a ser nosotros mismos y a vivir con más libertad.
En el primer momento pasamos de un extremo a otro y luego siendo conscientes de los motivos que nos han movido a actuar de esta determinada manera, vamos encontrando un punto medio de equilibrio, donde la respuesta no es de supervivencia sino de madurez, de acercarnos más a ser humanos, a mostrar nuestra humanidad, que como dice Eduardo Carbonell aún no lo hemos conseguido. Si aún no somos humanos ¿cómo podemos ser espirituales? El ser humano es en su esencia un ser espiritual. En la medida que nos humanizamos nos espiritualizamos, ambos van a la par. 



Os propongo para estas vacaciones momentos de silencio en la naturaleza, en la terraza, en el jardín… sintiendo el reino vegetal, observando su sencillez, humildad, de ofrecernos sus dones, belleza, su vida. Sentir la brisa, el aire, el mar, la tierra, todos los elementos que constituyen la materia y observar en qué momento nos  encontramos en comparación con estos elementos que tenga alguna   semejanza con nuestra vida. Cualquier cosa es una oportunidad para aprender, hacer consciencia. Todos los seres vivos, todas las energías si las observamos nos muestran el camino hacia la esencia.

Ejercicio de Concentración y Meditación de la Montaña ó Libre.


                                 

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