Cuanto más tiempo dedicamos a esta sencilla parada en nuestro
camino –el silencio-, más podremos permanecer en nuestra verdadera morada de
paz y plenitud. Pero nadie en el mundo puede hacer este gesto por nosotros, ni
siquiera un maestro realizado. Puede a lo sumo destruir el barullo de ilusiones
de nuestras creencias y emociones desordenadas, pero el acto de amor hacia
nosotros y la transformación que de él se deriva, sólo pueden venir de nosotros
y sólo de nosotros.
Tarde o temprano, deberemos dejar a nuestros maestros y
nuestra dependencia de toda autoridad que no sea la nuestra, pues el maestro no
es otro que LA SOLA PRESENCIA DE AMOR EN NOSOTROS Y EN TODAS LAS COSAS.
Por tanto, debemos dirigir nuestra atención hacia los
acontecimientos que nos muestran con exactitud las cadenas de nuestras
dependencias y preguntarnos siempre si somos libres y si dejamos libre al otro.
A veces, nuestras manipulaciones para que nos amen son muy
sutiles y debemos estar muy atentas y ser profundamente sinceras para reconocer
nuestra toma de poder sobre los demás. Debemos recordar entonces que todo es un
espejo y si con alguien o en alguna circunstancia no nos sentimos libre, esto
viene de nosotros, siempre proviene de nosotros, ya que nada es exterior a
nosotros. Lo que reprochamos al otro es lo que todavía no queremos reconocer en
nosotros.
Si en una relación tenemos la impresión de que no somos
libres, preguntémonos entonces por qué no nos permitimos ser libres, por qué
damos nuestro poder al otro. ¡Se trata de un juego al que nos hemos
acostumbrado y sobre el que nos hemos instalado confortablemente, se llama el
juego del “ping-pong”!
El otro no nos influirá a partir del momento en que decidamos
afirmar nuestra libertad por puro respeto hacia nosotros mismos. Afirmar no
significa imponer, sino simplemente ser quiénes somos y fieles a quienes somos,
así de simple. Si al otro esto no les gusta, es su responsabilidad, le
corresponde a él mirar su espejo y reconocer lo que no le gusta de él, pero no
nos toca a nosotros esperar que haga este trabajo, nosotros somos responsables
de nosotros y esto ya es suficiente.
Cuando un número cada vez mayor de personas sepan hacer este
gesto de humildad de reconocer que todo proviene únicamente de su conciencia y
que todo, absolutamente todo no depende de nadie más que de él, podremos al fin
vivir en un mundo de adultos, un mundo en el que descubriremos la importancia
del respeto hacia la Tierra y hacia todo lo que nos ofrece.
Así, sabemos que la conciencia de Shambhala, la conciencia
del amor no-personal se está incorporando al cuerpo de la Tierra, de la misma
forma que nosotros un día nos incorporamos a este cuerpo que es nuestro templo
para este camino de vida. La incorporación o el nacimiento de esta unión entre
la vibración de Shambhala y el cuerpo de la Tierra se han preparado durante
siglos. Ahora ha llegado el momento del parto físico, por esto en los tiempos
venideros nos parecerá que sobre la tierra reina una cierta forma de caos. Este
caos es la destrucción del mundo del olvido del amor. La destrucción de las
antiguas estructuras que descansaban sobre las conquistas personales de poder
es positiva e inevitable para el advenimiento de la era de paz y de serenidad
que se prepara.
Así pues, las profecías se realizan, pero no vayamos a
alimentar los egrégores de miedos y de reacciones que ya se han desencadenado
con la aparición del caos que se ha instalado ya de forma clara y evidente.
Nuestros pensamientos son inmensamente creadores. Imaginemos entonces que la
mayoría de los habitantes del planeta elevan su conciencia al gozo de este
mundo de amor que renace desde lo más profundo de cada uno de nosotros, y
sentimos la fuerza inconmensurable de fraternidad que se ha alzado ya, en lugar
de dar crédito a los que intentan conservar algún poder jugando con nuestros
miedos.
El que introduce el miedo en nosotros es también un espejo,
una pregunta que nos hace nuestra alma pidiéndonos que le informemos de nuestra
elección. Por tanto, cuando oigamos hablar de catástrofes, de crisis o de caos,
permaneceremos conscientes de nuestra libertad de elección. Somos libres de
decir a cada instante: “Sí, Dios mío, es dramático lo que ocurre en el
planeta…” y seguir engrosando así la masa grisácea que no paran de alimentar
los que tienen miedo, o bien decir: “Me
alegro de la destrucción que se está produciendo, porque veo a los seres
despertar al amor, a la responsabilidad de sus actos y de sus pensamientos, y
decido sentirme conectado a esta gran Fraternidad de hombres que han elegido
alimentar lo Nuevo, lo Apacible y lo Sereno que está naciendo”.
El Apocalipsis, o la Revelación, ya han recorrido tres
cuartas partes de su camino. Cuanto más dirijamos nuestra mirada hacia el gozo
de lo que viene, de Aquel que Viene en el corazón de cada uno, más tendremos la
sensación de recibir bendiciones de alegría y momentos de plenitud
incomparables con todo aquello que se ha podido experimentar sobre la Tierra
hasta ahora.
Existe una ley para la manifestación y la materialización de
lo Nuevo: ésta consiste en hacer como si ya hubiésemos recibido aquello que
tanto anhelamos, no solamente con nuestros pensamientos y nuestra imaginación,
pues esto es sólo la primera etapa, sino en la realidad. Que nuestro Espíritu,
nuestro corazón y nuestro cuerpo sientan ahora esta conciencia de Amor nuevo y
fresco, pues sólo hay un lugar donde nuestras creaciones pueden realizarse: es
ahora, en este preciso instante.
Cada vez hay más personas en todos los continentes que son ya
conscientes del potente poder cuya materialización es la naturaleza misma de su
esencia divina. Cada vez hay más seres que se reúnen en grupos de oración;
aprenden por fin a meditar y a orientar su mirada hacía el corazón de su
presencia silenciosa. La reunión de varias personas que dirigen su conciencia
hacia la misma dirección genera una espiral de Luz cuya fuerza no podemos medir
la magnitud. Los que consiguen ver con los ojos de su corazón pueden entonces
contemplar cómo unos vientos y remolinos de luz de una potencia formidable
actúan en el éter del planeta y disuelven las sombras de la negatividad y de
pensamientos de peligro, así como todas las sombras energéticas que cubren la
Tierra. Estos vientos frescos, formados por la atención amorosa de miles de seres
en estado de meditación, han reducido considerablemente los daños y
degradaciones a todos los niveles, pero sobre todo han tenido un efecto
concreto y radical sobre la conciencia humana colectiva.
Por tanto, cuando meditamos, nos conectamos con estas
vibraciones luminosas y reforzamos su poder de acción y de purificación. Cada
hombre es una estrella que poco a poco encuentra y reconoce su destello.
Cuando miles de estrellas se encienden, se sana la oscuridad
ilusoria a la que hemos dado tanta importancia estos siglos pasados.
Los centros y escuelas de desarrollo de la conciencia
florecen como brotes en primavera, reconozcamos pues, que esta primavera está
aquí y que poniendo nuestra atención en lo que es ligero, noble y bello en el
corazón del hombre, contribuimos a erigir un mundo de amor, en nosotros y a
nuestro alrededor.
El amor está totalmente exento de juicios. El amor es la
mirada de Aquél que, en nuestros ojos, es el eterno enamorado.
Elijo ahora sentir la
Presencia del Eterno Enamorado.
“Has caído bajo el hechizo, la hipnosis de tus
propias proyecciones, y sufres por esa confusión. Todo lo que hace falta es una
bofetada que te despierte de este estupor.”
Moojí
Ejercicio de Centramiento y Meditación.
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