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Núria Argany te ofrece la posibilidad de conectar con tu esencia, lo que verdaderamente eres, haciéndote consciente de tu personaje, reconociendo tus proyecciones y resistencias a través de técnicas-terapias corporales, psicológicas y energéticas, recobrando el equilibrio, la armonía y la paz interior.

Núria Argany se ha formado a través de:

Seitai, Meditación Zen, Psicología, Terapias Naturales y Energéticas, Preparación al Parto Consciente, Ito-Termi, Sueños, Oligoelementos, Dietética, Formas-Pensamientos, Regresiones, RMF-Balacing, Tachyon, Ataraxia, Curación Cuántica, y Reconnective Healing.



viernes, 31 de marzo de 2017

La felicitat


A continuació l'article d'opinió de Flavià Company que va sortir el passat dijous, 16 de marc al diari Ara:

La Felicitat

"Si estàs deprimit, estàs vivint en el passat. Si estàs ansiós, estàs vivint en el futur. Si estàs en pau, estàs vivint en el present", va dir el savi xinès Laozi més de cincents anys aC. Demòcrit sostenia que la felicitat només era possible gràcies a l'absència de por. No és difícil combinar aquest dos pensaments i adonar-nos que, moltes vegades, davant la felicitat, es fa servir el passat per pensar "Tampoc aquest cop sortirà bé" o el futur per dir-nos a nosaltres mateixos "Un dia o altre això que m'ofereix la vida ho perdré". Ens agafem al que coneixem o anticipem el que vindrà: no deixem que el present es faci present. Volem repetir o volem endevinar. Empaitem la permanència com si es tractés d'un espai de seguretat. I com sabem prou bé, allò que no canvia mai és el que ha entrat en lloc del qual no és possible tornar, la mort.

Vivim amb angoixa la sensació que la felicitat se'ns escapa de les mans, sense acceptar que just el fet que se'ns escapi de les mans és part del que ens vol fer comprendre que l'única manera de sentir la felicitat és deixar-la anar a cada instant. Agrair-la sense posseir-la. Com va escriure H.D. Thoreau: "La felicitat és com una papallona, com més l'encalces, més t'eludirà. Però si poses atenció a altres coses, vindrà i se't col.locarà suaument a l'espatlla".

Només pot ser feliç qui és lliure per acceptar el que li és atorgat sense posar-ho en dubte, com no es posa en dubte l'aigua, el sol, la tempesta, el paisatge. La felicitat és un regal desitjable que passa per nosaltres i va cap als altres, imprescindible.Que ningú aturi aquesta energia, que ningú no vulgui atresorar-la per a ell sol ni per sempre. De ben segur que és per això, per aquesta obligació que tenim de no trencar la cadena, que I.Kant va dir: "La felicitat, més que no pas un desig, una alegria o una elecció, és un deure".

Ejercicios de transformación y sanación



LA IRA

Hay dos remedios para la ira: expresarla o saborearla desde dentro. La más hermosa transformación de los juicios hacia ella se manifiesta cuando llegamos a saborearla expresándola de manera constructiva.

Expresarla:

Cuando sentimos la ira nos permitimos expresarla, ya sea por gestos, gritos o ambos. Si nos encontramos en un sitio donde socialmente es delicado hacerlo, retirándonos y sacudiéndonos, sacudiendo las manos, la cabeza y dejad salir el sonido: “Hia” varias veces. Aunque lo murmuremos este sonido nos ayudará a encontrar el fuego liberador contenido en la ira.

Lo que es importante es que dejemos de juzgar la ira, así que hemos de expresarla disfrutando. Para algunos esto será más fácil con el gesto que con la voz. Si nos sentimos bloqueados para expresarla totalmente, empezando por golpear el suelo con el pié, sabiendo que así nuestro fuego cura al tigre aprisionado que nos llama a ser reconocido y amado. Sentid nuestra fuerza, nuestra potencia, y respetarlas.

Saborearla desde dentro:

Cuando sentimos que nos viene la ira, seguidla, poniendo toda nuestra atención en ella, seguidla como si fuera un movimiento de danza, un fuego que despierta y que sólo quiere venir a quemar aquello que nos impide sentir nuestro amor y nuestra serenidad.

Si estamos solos, podemos cerrar los ojos y dejar que este fuego nos muestre su fuerza, limitándonos a seguirlo y poco a poco, dejamos a nuestro cuerpo hacer movimientos espontáneos que acompañen esta danza interior.

Si estamos en grupo, en sociedad o delante de alguien, llevamos nuestra atención a nuestro plexo solar e imaginamos un sol de oro que crece y que nos nutre en esa zona. Imaginamos que nuestro sol está unido por una cuerda de oro con el gran sol que le proporciona su calor y su fuerza. Dejamos entonces que esta fuerza solar se agrande hasta sentirnos tan poderosos como el sol. Dirigimos esa sensación de fuerza un poco más arriba de nuestro cuerpo hasta el nivel del corazón. Podemos inspirar esta fuerza en nuestro corazón y a cada espiración sentir que nuestro corazón recupera su apacible emanación natural.

Con frecuencia, cuando la ira nos invade, la emanación del tercer chacra (plexo solar) invade el del chacra del corazón y dejamos de ser conscientes de nuestra emanación de amor. Así, es necesario inspirar la fuerza, la potencia del plexo solar y elevarla a nuestro corazón.

Nuestro corazón es un mago, podemos inspirar  todo por nuestro corazón, el corazón transforma todo con su amor, éste es su poder. Así, al inspirar tomamos la energía descentrada, y al espirar la liberamos y bendiciéndola con nuestro amor que la transforma y nos equilibra.

La ira nos enseña a volver a encontrar la fuerza todopoderosa del Padre en nosotros. Atrevernos pues a reconocer nuestra fuerza y nuestro fuego será canalizado de una forma sana y adecuada en cada situación. Los desbordamientos de ira existen únicamente porque los retenemos y disminuimos nuestra naturaleza divina. Hemos de confiar en nuestra unidad, con la justicia divina del Padre en nosotros, y sentid esta unidad.

El padre no tiene miedo de ser juzgado al expresar el fuego si es necesario. Aquel que se siente juzgado es una máscara infantil, des-identifiquemos y recuperemos nuestra conciencia de ser el padre de nuestra vida, el dueño de nuestra vida, el único que puede decidir en nuestra vida.



                      




miércoles, 22 de marzo de 2017

Nuevo Nacimiento










Suena la música en el cielo y en nuestro corazón: el momento es ahora, nos deprendemos del personaje, soltamos todas las memorias de nuestras reencarnaciones y elegimos libremente mostrar nuestra verdadera naturaleza
.
Aleluya, Aleluya, Aleluya en las alturas resonando en todas las galaxias y universos: el hombre verdadero se ha manifestado y la luz, el amor y el poder unidos crean la nueva conciencia.

¡Preparémonos para celebrarlo!

¿Cómo sería este nacimiento? O si no fuera este, ¿el anterior en qué condiciones lo  viviríais? ¿Cómo desearíais experimentarlo?

Cerrar los ojos unos instantes y visualizaros en el momento en que decidís salir del útero de vuestra madre y asomaros al mundo, ¿qué sentís? ¿Qué deseáis encontrar? CREARLO… el espacio, las personas que os esperan, la situación familiar…

Daros un tiempo, no hay prisa, sentir, sentir, sentir… imaginar, imaginar, imaginar…

 Cuando ya estéis preparadas… Ahora abrid los ojos suavemente, respirad varias veces con tranquilidad y compartir, si lo deseáis vuestra experiencia.

Podemos experimentar el renacimiento individual o grupal ¿qué preferís?

Vamos a preparar el escenario y una de vosotras representará el alma grupal, ¿quién se anima?
 







viernes, 3 de marzo de 2017

La decisión es ahora



La decisión es ahora

Todo es una cuestión de decisión. No de una decisión que se contenta con decir: “Sí, sí lo haré, el cambio llegará”, sino de una decisión consciente y responsable que nos conduce al cambio en el momento mismo en que lo decidimos y que se mantiene en cada uno de nuestros actos.

¿Qué es una decisión consciente? ¿Y qué es una decisión inconsciente?

Una decisión consciente es una decisión sin vacilaciones, sin reflexión. No está separada del acto que le corresponde: ya no hay distancia entre la decisión consciente y el acto mismo.

Cuando tomamos una decisión consciente, todos nuestros cuerpos están alineados con ella. Tomemos un ejemplo: imaginamos a una madre que decide preparar la comida del almuerzo para su familia. No va a dudar y preguntarse si debe o no ir a la tienda, poner la mesa y servir el almuerzo. Todos estos actos transcurren de forma natural y sin forzar su decisión, la organización necesaria se pone en marcha por sí misma. Ahora, si esta misma mujer tuviera una duda en decidir hacer la comida, tal vez olvidaría comprar todos los ingredientes necesarios, y quizás a la hora de comer le pediría a un miembro de su familia que preparase la comida en su lugar.

Somos como una madre perezosa que, no solamente no ha tomado la decisión de preparar la comida, sino que además no se atreverá a ser honesta con su familia y confesarles que sencillamente no tiene ganas de hacerla.

La familia se sitúa en nuestro interior. ¡Hay tantos personajes que tienen necesidad de recibir nuestro amor incondicional, tienen necesidad de que se les alimente con lo que verdaderamente nos corresponde, pero no respondemos, hacemos ver que amamos cuando en realidad tenemos un solo deseo: que alguien se ocupe de nosotros y que nos alimente!

El problema, no es que necesitemos que nos alimenten, porque si fuésemos honestos, aceptaríamos esta situación y nos atreveríamos a expresarla. Entonces tomaríamos una decisión consciente: la de colmar al fin la falta de amor que nos reclama nuestro niño interior porque de pequeño no recibió lo que necesitaba y reclama constantemente nuestra atención.


             
Tomando esta decisión consciente de escuchar nuestra necesidad de reconocimiento y de alimento afectivo, permitimos que la vida organice a nuestro alrededor todo lo que llevará a satisfacer este deseo. Seguidamente podremos abandonar este deseo que es como un velo que cubre todas nuestras relaciones y disfraza sin cesar nuestro ser divino de amor en un mendigo eternamente insatisfecho.

Necesitamos pues reconocer en qué papel y en qué película estamos situados actualmente. Esto se nos revela en cuanto nos ponemos verdaderamente a la escucha de todos nuestros personajes interiores, desde el niño abandonado, al tirano sediento de poder y de reconocimiento.

La primera decisión es la de reconocer exactamente quién creemos ser y mirar bajo las capas de protección y los muros de defensa que hemos levantado para no sentir el dolor o la rabia de nuestra carencia y de nuestra profunda insatisfacción con relación a nuestra situación actual.

Si esta líneas nos hacen reaccionar y decir: “Qué va, yo estoy muy satisfecho, no siento en absoluto ninguna carencia, estoy plenamente satisfecho”, esto nos demostrará que no lo estamos, ya que cualquier reacción, nos enseña a reconocer con sinceridad nuestra resistencia a aceptar sentir lo que se oculta tras esta justificación positiva disfrazada.

Si, por lo contrario, no nos hacen reaccionar y nos sentimos satisfechos, perfectamente satisfechos, aquí y ahora, sintiendo la soledad de nuestra realidad, entonces podemos pasar a la etapa siguiente que es la de expresar y manifestar sin traba esta plenitud y este estado de simplicidad y de paz que es nuestra naturaleza verdadera.

Pero antes de atrevernos a manifestar nuestra verdadera presencia de amor, es necesario dejar que el viento barra todas las mentiras relativas a nuestra identidad ficticia. Si nos sentimos víctimas, sea cual sea el entorno o la persona con la que esto ocurre en el mundo visible, primero deberemos tomar la decisión de aceptar lo que es y sanarlo con nuestro amor ilimitado y todopoderoso.

Hay, en verdad, una sola decisión que lleva necesariamente a todas las demás y que permite que el rio fluya de forma natural y sin obstáculos hacia nuestra fuente, océano de plenitud de ser quienes somos.

Esta decisión es la de aceptar ser conscientes de SER CONSCIENTES.

Se borran entonces de nuestro camino todos los “No sé cómo hacerlo” y todas las resistencias a ocupar verdaderamente nuestro lugar: Nuestra responsabilidad de ser la encarnación divina de la Esencia de Amor y de Luz manifestada en esta Tierra.

Cuando nos damos cuenta de que somos, desde toda la eternidad, la Inteligencia Consciente, ya no queda nada para hacer, ni por alcanzar. En ese momento sólo estamos presentes, totalmente presentes ante esta fuerza maravillosa que nos permite decir simplemente:

                                   “ESTOY AQUÍ”

Tampoco necesitamos poner calificativos para adornar este “Soy” de adjetivos y atributos que o bien nos disminuyen (“Soy incapaz”), o bien refuerzan nuestro orgullo (“Soy mejor  que tú”).

Observemos un instante nuestros comentarios sobre nosotros mismos, y si nos atrevemos, abandonemos todo, hacemos borrón y cuenta nueva pasando página de todo lo conocido y de todos nuestros hábitos en creer que somos tal o tal cosa.

¿Nos atrevemos a tomar la Decisión?

¿Cuál es la decisión que quisiéramos tomar en este momento preciso de nuestra vida, cuál es la decisión esencial para nosotros ahora?

¿Qué es lo más importante, qué es lo que verdaderamente queremos?

¿Queremos ser reconocidos, amados, o queremos ser libres de amar?


                           
Es de esta decisión de lo que se trata, y nadie más que nosotros puede hacerlo. Esta decisión es la clave de nuestra libertad, pero exige que nos comprometamos con ella, en este momento.

Tomando esta decisión esencial que es la nuestra, dejaremos de someternos al mundo y a cualquier condición que venga del mundo y de lo que llamamos los otros.

Entonces, veremos a los demás con otros ojos: sólo serán maestros, espejos que nos mostraran hacia dónde necesitamos dirigir todavía nuestra atención en nosotros.

Dediquemos unos momentos a hacer una lista de las personas que nos rodean y escribamos nuestros juicios, nuestros comentarios sobre ellas, sus características principales, las que nos irritan y las que admiramos.

Las que nos irritan u nos hacen reaccionar son los personajes en nosotros que no queremos ver ni reconocer; aquellas que admiramos son las que desearíamos ser y reflejan el potencial que nos gustaría desarrollar.

Reconozcámoslas todas, sin juicios, en nosotros. Entonces dejaremos de juzgar a los demás y nos daremos cuenta de que los demás somos nosotros.


                               

Tenemos que empezar
a no reflejarnos ya en los charcos,
a borrar nuestra imagen de los espejos,
a abdicar de nuestras cómodas representaciones,
a derrotar las copias de nuestra imagen,
a ganar su irreproductibilidad.

Y quedarnos entonces con nuestra imagen a solas,
sin remedos que la engañen o distraigan,
encogida en su total concentración,
compenetrada únicamente de su líneas.

Y para apartados así de nuestros propios iconos,
extraer de nosotros una mirada inédita,
para volver a vernos
sin la interferencia de sentirnos imitados.

Sacar de la circulación nuestra imagen
se parece a reconquistar nuestro origen.

                                          Roberto Juarroz – Poesía Vertical –

Ejercicio de concentración – Meditación.