Hemos reflexionado sobre ¿cuál
es el deseo que tiene nuestra alma para plasmarlo en esta vida?
¿Hemos descubierto que
nos priva de ser libres? ¿Vivimos en la armonía y fluimos con la vida?
¿Conocemos cuál es
nuestra intención profunda?
El amor no es un sentimiento ni una sensiblería. El amor no
es un instinto ni un impulso.
Los sentimientos, los impulsos y los instintos crean una
clase de sensación agradable.
También consideramos la complacencia del ego como amor o
afecto. Tenemos una familia, esposo o una persona, e hijos. Mientras estas
personas complacen al ego, la voluntad que el ego tiene de dominar, el deseo
que el ego tiene de adueñarse y poseer cosas, controlar al individuo, y modelar
la conducta de los miembros de la familia, decimos que los amamos. Si cesan de
complacer al ego, si llegan a ser seres humanos independientes, y desafían
todos nuestros intentos para adueñarnos de ellos, poseerlos y dominarlos,
entonces el denominado amor del esposo hacia la esposa se convierte en odio,
enemistad, celos y envidia. Estas son nuestras experiencias cotidianas. Por
eso, debemos confesarnos que no sabemos qué es el amor. No sé si alguno de
nosotros tendremos la humildad de decirnos siquiera que no sabemos qué es el
amor. No es amor nuestro sentimiento ni nuestra sensiblería sobre el amor o el
afecto, que están arraigados en la dualidad, que es sólo una tendencia
psicológica temporaria y que se convirtió en la base de nuestra vida y nuestras
relaciones. No sabemos qué es el amor y carecemos de amor en nuestras vidas.
Por supuesto, no podríamos describir ni definir
qué es Dios. Por lo tanto, vacilamos en usar esa palabra. Pero, en realidad,
amor es Dios, y Dios es amor. Y el amor no es diferente de la verdad.
Llamaremos a la verdad la fragancia del amor, o llamaremos al amor el perfume
de la verdad. Es lo mismo. No hay diferencia. Es el mismo hecho. Tal vez sólo
sea diferente el ángulo desde el cual se lo mira. Ilusión de amor eso es lo que
vivimos como amor.
Silencio/Meditación.