Recordáis: ¿Queremos
exponernos a una libertad total? ¿Qué nos impide ser libres? ¿Creencias,
hábitos, ideas, pensamientos, familia, amigos…? ¿Hay alguna dependencia, del
tipo que sea, en nuestra vida? Reflexionemos y comprenderemos mejor donde
nos encontramos y los motivos por los cuales la total libertad no se puede
manifestar.
¿Vivo en la armonía?
¿Estoy conectada a la vida y fluyo con ella? ¿Hago y vivo todo aquello que me
aporta paz, alegría y bienestar?
En nuestro interior está nuestra grandeza, dejémosla salir.
Contemos al mundo todo aquello de lo que somos capaces.
¿Conocemos cuál es
nuestra intención?
Sin sol, la vida es triste y fría; de igual modo, sin amor, la vida no tiene sentido
ni gusto. Si observamos la historia de la humanidad a través de los muchos
siglos pasados, vemos que el ser humano tiene todavía que averiguar por sí qué
es el amor. Todavía tiene que efectuar un descubrimiento personal de esa
hermosa dimensión de la vida que es el amor. Todavía tiene que arriesgarse en
el amor, vivir en el amor y actuar por amor. El ser humano todavía no ha madurado.
Y, en consecuencia, el ser humano vive afligido y dolorido, experimenta
indecibles sufrimientos y lágrimas que son injustificados para una vida humana
consciente.
El amor es madurez. El odio es inmadurez. El amor es
no-violencia cuando se expresa en relaciones humanas, lo cual es madurez. Y la
falta de amor es violencia cuando se expresa en relaciones humanas. Individual
o colectivamente, parece que estalla una tormenta sobre los horizontes de la
familia humana, consistente en odio, rencor y violencia. ¿Cuándo vamos a aprender el camino del amor? ¿Cuándo vamos a madurar y
poner fin a este asunto juvenil de pelear en nombre de la raza, la religión, la
nación, las ideologías políticas y las teorías económicas o del índole que
sean?
La vida sin amor, la vida sin Dios o esencia, no tiene
significado alguno. Toda la comodidad física, todo el progreso material, toda
la seguridad económica y toda la estabilidad política son los adornos de una
tumba. Ahí no surge la verdadera vida que es amor.
¿Qué queremos decir con
amor? ¿Cómo llegamos a aquella dimensión del amor en la que predomina la paz,
en la que la comprensión mutua y la reverencia recíproca se convierten en el
perfume de las relaciones mutuas?
Silencio/Meditación.
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