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Núria Argany te ofrece la posibilidad de conectar con tu esencia, lo que verdaderamente eres, haciéndote consciente de tu personaje, reconociendo tus proyecciones y resistencias a través de técnicas-terapias corporales, psicológicas y energéticas, recobrando el equilibrio, la armonía y la paz interior.

Núria Argany se ha formado a través de:

Seitai, Meditación Zen, Psicología, Terapias Naturales y Energéticas, Preparación al Parto Consciente, Ito-Termi, Sueños, Oligoelementos, Dietética, Formas-Pensamientos, Regresiones, RMF-Balacing, Tachyon, Ataraxia, Curación Cuántica, y Reconnective Healing.



viernes, 16 de febrero de 2018

¿Queremos exponernos a una libertad total? ¿Conocemos cúal es nuestra intención?



Recordáis: ¿Queremos exponernos a una libertad total? ¿Qué nos impide ser libres? ¿Creencias, hábitos, ideas, pensamientos, familia, amigos…? ¿Hay alguna dependencia, del tipo que sea, en nuestra vida? Reflexionemos y comprenderemos mejor donde nos encontramos y los motivos por los cuales la total libertad no se puede manifestar.

¿Vivo en la armonía? ¿Estoy conectada a la vida y fluyo con ella? ¿Hago y vivo todo aquello que me aporta paz, alegría y bienestar?

En nuestro interior está nuestra grandeza, dejémosla salir. Contemos al mundo todo aquello de lo que somos capaces.

¿Conocemos cuál es nuestra intención?







Sin sol, la vida es triste y fría; de  igual modo, sin amor, la vida no tiene sentido ni gusto. Si observamos la historia de la humanidad a través de los muchos siglos pasados, vemos que el ser humano tiene todavía que averiguar por sí qué es el amor. Todavía tiene que efectuar un descubrimiento personal de esa hermosa dimensión de la vida que es el amor. Todavía tiene que arriesgarse en el amor, vivir en el amor y actuar por amor. El ser humano todavía no ha madurado. Y, en consecuencia, el ser humano vive afligido y dolorido, experimenta indecibles sufrimientos y lágrimas que son injustificados para una vida humana consciente.

El amor es madurez. El odio es inmadurez. El amor es no-violencia cuando se expresa en relaciones humanas, lo cual es madurez. Y la falta de amor es violencia cuando se expresa en relaciones humanas. Individual o colectivamente, parece que estalla una tormenta sobre los horizontes de la familia humana, consistente en odio, rencor y violencia. ¿Cuándo vamos a aprender el camino del amor? ¿Cuándo vamos a madurar y poner fin a este asunto juvenil de pelear en nombre de la raza, la religión, la nación, las ideologías políticas y las teorías económicas o del índole que sean?

La vida sin amor, la vida sin Dios o esencia, no tiene significado alguno. Toda la comodidad física, todo el progreso material, toda la seguridad económica y toda la estabilidad política son los adornos de una tumba. Ahí no surge la verdadera vida que es amor.

¿Qué queremos decir con amor? ¿Cómo llegamos a aquella dimensión del amor en la que predomina la paz, en la que la comprensión mutua y la reverencia recíproca se convierten en el perfume de las relaciones mutuas?

Silencio/Meditación.




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