La mente es un instrumento mediante el cual percibimos el
mundo que nos rodea y lo convertimos en datos y en símbolos. El mundo interno
también lo reformulamos. Luego, de los datos que hemos obtenido del mundo
exterior y del mundo interior, elaboramos relaciones, sistemas de relaciones y
estructuras. Así vamos creando nuestro sistema de valores y nuestra
personalidad.
Niveles de la personalidad: 1º- Físico, mi mente, al
registrar lo físico, tiene la noción de “yo como mi cuerpo”. 2º- El de la fuerza que está animando el cuerpo.
A esta fuerza podemos llamar energía vital-instintiva. 3º- El campo afectivo.
4º- Campo mental con todas sus facultades.
Por encima de estos niveles hay todavía tres más, que son los
que constituyen la personalidad en su dimensión superior o espiritual.
La mente ordinaria siempre nos reclama pruebas para mantener
su protagonismo. La mente siempre compara las cosas con la experiencia vivida.
No conoce nada que no le hayamos instruido anteriormente. Es como un ordenador
que cuando más capacidad tiene más posibilidades almacena. No inventa, no crea
nada. Compara y analiza.
Hay otras maneras de conocer aquello que nos puede ir bien y
es a través del corazón, como se llama actualmente al otro cerebro. Ahí
entramos en el mundo de lo desconocido.
Al unirse la mente con el corazón es cuando obtenemos lo que
llamamos sabiduría ya que nos trae la conexión con la mente superior. La mente
superior es el nivel mediante el cual nosotros podemos percibir las verdades en
sí, verdades universales, verdades de un orden abstracto; no la verdad
inmediata de cada cosa, sino los valores universales: la noción de verdad, de
justicia… que van más allá de lo estrictamente personal. Y la manera como sentimos
o lo que sentimos nos da la confirmación a esa realidad. Más allá del
personaje, de la personalidad.
¿Por qué nos cuesta
tanto aceptar esta manera de ver las cosas? Porque entonces no controlamos nada, al fluir con la vida dejamos de pensar, de saber, de creer que
tenemos razón.
Bajar al cuerpo es un primer paso para que podamos sentir sus
mensajes. Sus mensajes son siempre claros aunque a veces no los sepamos
interpretar.
El sentir es la llave, es el mensajero del alma, me siento
triste: ¿Qué me ha ocurrido que me ha
conectado con esta emoción? ¿Qué resonancia tiene en mi vida? ¿Es repetitivo?
¿Es nuevo?
Y así sucesivamente vamos investigando, dejando a la mente
para las cuestiones prácticas y necesarias,
empezando a valorar al corazón, al practicar una manera distinta de
mirarnos, de entendernos. Al principio, miedos y angustias surgen al no poder
controlar la situación pero poco a poco vamos comprendiendo lo que nos está
ocurriendo.
¿Qué es lo que queremos
conseguir? ¿Cuáles son nuestras resistencias para caminar de otra manera?
Investigarnos es la llave secreta para conocernos realmente,
el siguiente paso es la aceptación. Aceptarnos
no es una tarea fácil, siempre intentamos refugiarnos en el personaje que
creemos que somos (el yo idea) ó el quisiéramos ser, olvidándonos de la
realidad: el yo experiencia.
“La aceptación se convierte en el medio más
rápido y práctico para liberarse de una situación difícil, mientras que la
rebelión aprieta el nudo inexorablemente.”
Piero
Ferrucci (Psicosíntesis)
La realidad es dura pero liberadora, dejamos de imaginar y
huir. Nos descarga del esfuerzo de manifestar lo que no somos y nos relajamos profundamente
al comprender que todos estamos actuando en ese teatrillo que nos hemos montado
para conseguir la aceptación, el reconocimiento y el amor de los demás.
Si todos estamos haciendo lo mismo ¿Por qué no nos permitimos sacarnos la máscara? El miedo, la
culpa y el qué dirán aparecen, nos sentimos solos y con eso no nos sentimos
capaces de lidiar.
El ser humano necesita a los otros seres humanos para sentirse completo, feliz porque
sabe que todos formamos una unidad. De ahí el anhelo profundo del amor, de
buscar al otro, de la compañía.
Seguimos envueltos en el sueño de la apariencia. Hemos
olvidado que todos estamos conectados aunque no lo podemos ver con nuestros
ojos pero lo podremos SENTIR CON EL CORAZÓN y entonces dejaremos de dudar, lo
sabremos con plena certeza.
Es bueno recordar lo que no somos para descubrir lo que
realmente somos:
-Yo no soy el cuerpo, yo tengo un cuerpo, un vehículo.
-Yo no soy mis sentimientos y emociones.
-Yo no soy mi mente ni mis pensamientos.
Tanto mi cuerpo como mi afectividad y mi mente son muy
importantes, pero sólo son instrumentos, no son yo mismo. Yo no soy ninguna de
las cosas que puedo ver, sentir y pensar. Soy un centro de conciencia inmóvil
alrededor del cual va desfilando todo; pero yo me identifico con cada cosa que
desfila. Y este es el motivo por lo que me fatigo tanto. Si yo pudiera
desprenderme de esta constante identificación con cada cosa que ocurre dentro o
fuera de mí, yo quedaría libre de todas las cosas que me oprimen, que me
preocupan, que me obsesionan, que me hacen vivir encogido y a la defensiva.
Si yo no soy nada de lo que le ocurre a mi cuerpo, si yo no
soy nada de lo que pueda fabricar mi mente:
¿Qué soy yo? ¿Cuál es mi verdadera naturaleza, mi verdadera identidad? ¿QUIÉN
SOY YO, realmente?
El camino para descubrir quién soy yo pasa por el
planteamiento sincero de la pregunta, mediante una actitud investigadora, de
querer ver, de querer descubrir quién soy.
El secreto es estar atento “yo que estoy haciendo” “yo que
estoy pensando, etc…, atento al yo que es el denominador común de todos mis
actos.
Lo que yo soy nunca puede ser descrito de un modo
intelectual; porque lo que yo soy no es objeto. Lo que yo soy es algo que
parece intangible. Sin embargo, este yo que parece intangible, que parece una
abstracción, este yo es la fuente de donde surge toda experiencia; es la fuente
de donde surge mi energía, toda mi capacidad de lucidez y de comprensión, toda
mi capacidad de afecto y de felicidad, todo surge de este núcleo que yo soy.
Uno de los parámetros de la nueva conciencia es unir ciencia
y espíritu. El camino es dejarse llevar por el sentir. Necesitamos ambos cosas
unidas, si las separamos entramos en el juego de la mente, la guerra, la
comparación, el tener razón. Ambas se completan como el día y la noche. Las dos
tienen sus caminos distintos que nos llevan a la unidad.
Sintamos con el amor profundo del corazón que todas las cosas
tienen su particularidad, no hay nada que sea sólo negativo. Estamos en un
mundo dual y la aventura es encontrar lo positivo que todas las circunstancias
nos traen y disfrutar del descubrimiento, celebrándolo en cada instante.
Poco a poco podemos hacerlo, tenemos la ayuda de todo el
universo. Solo necesitamos confiar, soltar y amar.
“Estem cridats a fer coses grans i sovint ens
acontentem amb ben poc. Allò que fa grans les coses aparentment petites és
l’amor que hi posem.”
“L’amor és creatiu, és dinàmic i innovador. Qui
estima se sent empès interiorment a cercar i a trovar noves formes per expresar
el seu amor.”
Cinto Busquet – Piulades al
Vent (L’amor tot ho venç)
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