De la misma forma que podéis prestar atención al espejo de
vosotros mismos que os reenvían vuestras relaciones, podéis estar a la escucha
de este maravilloso maestro que es vuestro cuerpo.
Al principio, vuestro cuerpo es un instrumento completamente
neutral, nuevo y a vuestro total servicio. Cuando miráis a los niños pequeños,
podéis ver que toda la belleza de la Divinidad irradia por ese cuerpo. Os
habéis dado cuenta de la perfección del cuerpo nuevo de un niño: el brillo del
pelo y de la piel, el esplendor de la mirada y las formas armoniosas de todo su
cuerpo son espejos del esplendor de la Presencia divina que habita y construye
ese cuerpo
.
Al crecer, recibís todo un bagaje de mensajes condicionados
por las creencias de aquellos que tomáis como modelos, para aprender a
funcionar con este cuerpo en el mundo.
Y así, poco a poco, os olvidáis de ser perfectos pues dais
crédito a los juicios y creencias que limitan esa perfección.
La primera y principal creencia que desencadena el proceso
del olvido de vuestra perfección, es la certeza de que utilizando un vehículo
de materia, abandonáis la libertad fundamental del Espíritu. Creéis desde
vuestro nacimiento, e incluso a veces desde el vientre materno, que el Espíritu
se encarna en un mundo oscuro en comparación con el que venís. Así, debido a
esta creencia primaria, desarrolláis una actitud de reacción a la materia,
seguida de un sentimiento de aislamiento profundo (estar solo en un cuerpo
distinto de los demás). La percepción de la separación se ha instalado.
Esta idea de la separación desencadena inevitablemente un
sentimiento de carencia. Si antes erais Uno en un mundo de luz, ahora os sentís
como aislados en un mundo de sombra, alimentáis la convicción de carecer de lo
esencial: el Amor.
Aquellos que reciben dentro del marco familiar suficientes
muestras de afecto, de respeto y de amor, verán poco a poco que esta sensación
de aislamiento no es tan real y en cualquier caso no afecta a su bienestar, ya
que pueden recibir amor de igual manera que en el mundo espiritual. La única
diferencia es que en este mundo se puede recibir amor a través de las
percepciones sensoriales del tacto, del gusto, etc., lo cual es una experiencia
maravillosa y agradable.
Así, cuando el amor y el respeto hacia el ser recién llegado
han sido mantenidos, éste podrá apreciar el regalo de experimentar el
intercambio de amor a través de un cuerpo; sentirá gratitud y alegría a cada
nuevo día porque sabrá que cada nuevo día le depara nuevas sorpresas llenas de
experiencias ricas en enseñanzas.
En cambio, el niño que, además de haber desarrollado la idea
de separación sólo por su encarnación en un cuerpo, no recibe a su alrededor
más que múltiples muestras que le confirman que el mundo de la Tierra carece de
amor y de respeto, desarrollará lo que podríamos llamar una burbuja de
protección que lo aislará aún más.
Es importante
comprender que vuestra manera de reaccionar ante los acontecimientos es el
factor que determinará el tipo de experiencia que vais a tener y que veréis
reflejarse en vuestro cuerpo.
Ahora podéis perdonaros por haber dado crédito a unas
apariencias y a unas creencias que no os pertenecían y hacer un balance.
Vuestro cuerpo simplemente ha reproducido esas reacciones
para defenderse y mantener su equilibrio. No le responsabilicéis ni le
“culpéis” de vuestro malestar, ya que el cuerpo no es más que vuestro fiel
servidor; solo que graba datos, vuestro cerebro graba vuestros pensamientos y
vuestras creencias, los ejecuta a través de vuestro cuerpo y los reproduce en
los acontecimientos, manifestando vuestras decisiones en el mundo visible.
Por tanto, en vez de luchar contra los desequilibrios que se
manifiestan en vuestro organismo y crear nuevas tensiones que serán nuevos
programas destructivos para vuestro cuerpo y para vuestro bienestar, sed
amables con él y dadle las gracias por informaros de manera tan precisa sobre
los pensamientos y actitudes inconscientes que mantenéis hacia vosotros mismos.
El cuerpo es el espejo perfecto de vuestra forma de ser hacia
vosotros mismos. Por medio de síntomas visibles, os reenvía la información que
un día programasteis y grabasteis en vuestro sistema de creencias y que quizá
todavía se manifiesta hoy en vuestra vida cotidiana.
Es por esta razón por la que conviene aprender a escuchar lo
que vuestro cuerpo tiene que deciros.
Recordad, un espejo reproduce exactamente la imagen que se le
muestra. Por consiguiente, no sirve de nada intentar analizar las imágenes
reproducidas en forma de síntomas en vuestro cuerpo, pero es importante
aprender a mirar y a escuchar sin juzgar.
Si observáis vuestros síntomas con la mirada de un juez, sólo
os culpáis más por haberos alejado de vuestra perfección y de vuestro bienestar
natural y original, y por lo tanto reforzáis el síntoma.
La actitud esencial que debéis guardar presente en vuestro
espíritu cuando empezáis a miraros cara a cara en estos espejos, es la
tolerancia y la dulzura hacia vosotros
mismos. Entonces, veamos ahora de qué forma podéis descodificar los mensajes de
vuestro cuerpo.
En primer lugar, mirad qué parte de vuestro cuerpo os da un
mensaje de desarmonía: ¿es en la parte superior, en la inferior o en la
central?
Todo lo que os designa la parte de la cabeza, de la garganta
y de los brazos, os conduce a poner vuestra atención sobre la manera en que
percibís el mundo, cómo lo pensáis y cómo expresáis vuestra relación con él.
Todo lo que os designa la parte central, el corazón y el
vientre, os conduce a poner vuestra atención sobre lo que sentís, sobre los
sentimientos y las emociones que mantenéis con el mundo y sobre cómo digerís y
reaccionáis ante los acontecimientos.
Todo los que os designa la parte inferior, los riñones, la
cadera, las piernas y los pies, os conduce a poner vuestra conciencia sobre
vuestra manera de actuar y de materializar vuestras intenciones en la
Materia-Tierra. Vuestras piernas y vuestros pies os muestran cómo os sentís
llevados por la Tierra, cómo os desplazáis por ella y cómo os sentís unidos a
ella, mientras que vuestras rodillas os informan de vuestra flexibilidad o de
vuestra rigidez.
Todas las partes de vuestro cuerpo os informan sobre vuestra
interacción con la Tierra y el mundo. Reflejan con precisión de qué manera
reaccionáis al mundo de la Tierra. Cuando no estáis en reacción, es decir,
cuando os sentís en armonía con el mundo de la Tierra
sabiendo que la Tierra os ha acogido para vuestra realización, no tenéis
ninguna tensión en vuestro Espíritu y por lo tanto ninguna tensión en vuestro
cuerpo.
La pregunta: “¿Soy feliz
ahora?” os ayudará a observar vuestras reacciones y a ver los aspectos de
vuestra vida que necesitan un poco más de atención y sobre todo un poco más de
amor y tolerancia.
Por lo tanto, no atribuyáis más la culpa de vuestros
desequilibrios a vuestro cuerpo, porque esta es la ley de toda vida:
“Todo lo que es creado
tiene sus raíces en la conciencia y en el Espíritu. El cuerpo, las relaciones y
los acontecimientos de vuestra vida son la manifestación de vuestras creaciones
en el mundo”.
El mundo es un espejo en el que podéis escoger mirar con
entusiasmo las revelaciones y los regalos que os ofrece, o con amargura y
sintiéndoos víctimas. Esta elección os incumbe, y sois el único ser en el mundo
que puede elegir en vuestra vida. Entonces, os propongo estudiar esta elección
con detenimiento y desarrollar una actitud de agradecimiento hacia el mundo de
la Tierra, el cual os ofrece tantas posibilidades de descubriros a través de su
reflejo.
Eligiendo esta actitud de benevolencia, notaréis que las
tensiones disminuyen, pues notaréis que habéis elegido vivir y no sobrevivir;
ésta también es una elección que solamente vosotros podéis tomar. La vida sólo
responderá a los datos que emitís por medio de vuestras decisiones.
Por eso es conveniente ser conscientes de vuestras
prioridades y de vuestras elecciones.
¿Tenéis realmente ganas
de vivir, es decir, de permitiros volver a tener la actitud del niño pequeño
que se maravilla ante el simple regalo de estar vivo y de realizar su
Presencia?
Si verdaderamente deseáis tomar esta elección de amor hacia
vosotros mismos, propongo que os toméis todos los días un poco de tiempo para
observar vuestros espejos. Haced una evaluación al final del día, mirando simplemente
qué tipos de encuentros y relaciones habéis tenido, cómo ha hablado vuestro
cuerpo de su bienestar o de sus desequilibrios, cómo habéis realizado vuestros
proyectos de amor, cómo habéis amado.
La forma en que amáis es el espejo de la forma en que os
amáis, ¡no podéis esperar que los espejos os reflejen un amor, una dulzura y
unos gestos de ternura si vosotros mismos estáis constantemente haciéndoos
reproches o comentarios sobre vuestra incapacidad de experimentar lo que os
corresponde!
Así que, tomad estos espejos como maestros condescendientes
cuyo propósito es acercaros aún más a vuestro yo Real y a vuestro Amor hacia
vosotros mismos.
Así, no alimentéis más los pensamientos que van en contra de
esta elección.
Por último, dad las gracias a vuestro cuerpo y a la Tierra
por ofreceros gratuita e incondicionalmente la maravillosa oportunidad de
fusión con ella, con el fin de experimentar, en este cuerpo de sensaciones, el
éxtasis de la luz de vida.
Acostumbraros a observar vuestros pensamientos y vuestras
palabras, porque son los servidores que ejecutan las órdenes dadas por vuestro
Espíritu consciente, por vuestro libre albedrío.
Mi cuerpo es mi templo,
Lo amo sin condiciones,
Y me permito expresar a través de él
La perfección de la
Presencia divina de Amor.
Maestro El Morya
Este es el trabajo que os doy para las vacaciones de Navidad,
la observación de los espejos en vuestra vida diaria para reconoceros en
esencia e ir transmutando los desequilibrios y poned Amor en todos ellos.
Meditación/Silencio de conexión en un conflicto con el cuerpo.
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