Daniel Kahneman en su obra “Pensar rápido, pensar despacio”, en la que nos describe los automatismos cognitivos que generalmente rigen nuestra forma de vivir sin que seamos apenas conscientes de ello –lo que bautizó en dicha obra como “Sistema 1”, que tiene “habilidades como la de interpretar y entender matices en situaciones sociales”, y que ése “conocimiento (absorbido desde la infancia) es almacenado en la memoria y se a él sin intención ni esfuerzo”-. Dependiendo de la situación en la que se encuentra un individuo, e igualmente de su estado anímico, actuará de una forma u otra siempre –o casi siempre- siguiendo el dictado de los automatismos cognitivos que integran lo que podemos llamar la personalidad de un sujeto. Este hecho nos indica que el ser humano actúa, piensa y se emociona a través de los estímulos externos, estando sujeto a dichos acicates para moverse por la vida. No somos dueños de nosotros mismos, actuamos muchas veces sin pensar; las emociones negativas condicionan nuestros procesos cognitivos y nuestros actos, sin que tengamos en cuenta si dichas emociones son producto de traumas o de una pobre educación emocional que nos ayuda a reconocer cuándo somos nosotros conscientes y cuándo surgen los automatismos que funcionan independientemente de nuestra conciencia.
Boris Mourvieff, en su obra Gnosis, nos describe la
interioridad del ser humano con una clara analogía:
“(…) El hombre está tan atrapado en el engranaje de la vida
mecanizada que no le queda tiempo para hacer alto ni el poder de atención
necesario para dirigir hacia sí mismo su mirada mental. El hombre pasa sus días
absorbido por las circunstancias. La inmensa máquina que lo arrastra gira sin
cesar y le impide detenerse, a riesgo de ser destrozado. Hoy como ayer y mañana
como hoy, se agota el hombre en esa carrera desenfrenada, lanzado en una
dirección que, en definitiva, no lo conduce a ninguna parte. La vida pasa casi
desapercibida, rápida como un trazo de luz, después, siempre ausente de sí
mismo, cae, devorado (…) todo cambia en
nosotros y a cada instante. Basta el menor choque exterior –agradable o
desagradable, feliz o desgraciado- para que nuestro contenido interior tome un
nuevo aspecto. (…) en realidad
no vive en nosotros un hombre único sino varios, cada uno con sus propios gustos,
sus aspiraciones propias y persiguiendo sus propios fines. De pronto
descubrimos en nosotros un mundo lleno de vida y de colores que hasta ayer
ignorábamos casi por completo.
“De continuar la experiencia, pronto distinguiremos tres
corrientes en esa vida en perpetuo movimiento: la de la vida, por así decir
vegetal, de los instintos; la de la vida animal de los sentimientos y,
finalmente, la corriente de la vida propiamente humana, caracterizada por el
pensamiento y la palabra. Algo así como si en nosotros existiesen tres
personas. Pero donde todo está entremezclado de una extraña manera.
Podemos apreciar entonces el valor de la introspección cómo
método de trabajo práctico que permite conocerse y entrar en sí mismo. A medida
que progresamos nos damos más y más cuenta de la real situación en que nos
encontramos. En definitiva, el contenido
interior del hombre es análogo a un recipiente lleno de limaduras en estado de
mezcla por acción mecánica, de modo tal que cualquier choque sufrido por el
recipiente provocará un desplazamiento de las partículas de limadura. Es así
como la vida real escapa al ser humano, a causa de ese cambio permanente de su
vida interior.”
Recordemos que estos automatismos o partículas de limadura
son aspectos de la vida humana que fueron asimilados por uno mismo en el
pasado, y que generalmente provienen de la estructura de la psicopática
sociedad en la que vivimos. Llevamos dentro al monstruo del sistema patócrata,
y por lo tanto somos parte de él.
Definición de Pantocracia:
Un sistema de gobierno creado por una pequeña minoría
patológica que toma el control de una sociedad de personas normales (extraído
de La Ponerologia Política: una ciencia de la naturaleza del mal ajustada a
propósitos políticos de Andrze Lobaczewski).
Moviendo el cuerpo y Meditación