Dice la vieja sanadora del alma: No duele la espalda, duele
la carga. No duelen tus ojos, duele la injusticia. No duele tu cabeza, duelen
tus pensamientos. No duele la garganta, duele lo que no se expresa o se expresa
con enojo. No duele el estómago, duele lo que el alma no digiere. No duele el
hígado, duele la ira. No duele tu corazón, duele el amor. Y es él, el Amor
mismo, el que contiene la medicina más poderosa. (Ada Luz Márquez)
¿Cómo han ido las
prácticas? ¿Habéis caminado conscientemente? ¿Cómo va la respiración?
Vamos a trabajar la conexión con nuestro cuerpo a través de
la sensación. Esta práctica viene del Yoga de Cachimir impartido por Jean
Klein. Es una manera de ir más allá de la sola sensación física, relajando el
cuerpo, sintiendo, totalmente presentes en el cuerpo, con total atención al
momento presente.
Primero vamos a movilizarnos y a conectar con el cuerpo como
lo sentimos en este momento y luego haremos unos ejercicios sencillos que
pretenden focalizar la atención plenamente consciente en el momento presente,
en una disposición sensible evitando el pensamiento y la acción.
A lo largo de los tiempos el desarrollo de estas prácticas se
ha revelado como una experiencia auténtica y verificable de auto-calmación,
transformación y profundización en el bienestar.
Perfectamente inmóviles y atentos durante un tiempo sin
interrupción, entregados al ejercicio, viviendo la sensación tal y como se
presenta sin intentar lograr ni conseguir nada.
Vida y muerte es una misma cosa. Todo es armonía. La Luz llega
donde antes había tinieblas y las dudas desaparecen en la inmensidad…
¿Por qué tenemos tanto
miedo en soltar el lastre y vivir en paz? ¿Por qué tanto anhelo en mantener la
separación? Si no
pasáramos por los opuestos no habría experiencia terrenal y nos perderíamos el
gozo del re-encuentro. Ya hemos empezado la vuelta a casa: ¡alegrémonos! Y
festejemos el regreso ya que volvemos cargados de experiencia y aprendizajes.
Todo es un acto de comprensión total. Ahora nos puede parecer
dura la experiencia pero cuando nos hayamos elevado y celebremos nuestras
aventuras, comprenderemos que lo único que hemos hecho es jugar: ¡Adelante!
Juguemos con plena conciencia, hagamos de una vez el salto quántico. Démonos
las manos y emprendamos juntos el camino de regreso, trabajando en cada momento
para nuestra elevación.
¿Qué hay que hacer para
lograrlo? Ser
conscientes de cada paso que hacemos y sobre todo SENTIR, esta es la clave.
Cuando sentimos no nos equivocamos. Estamos conectados con la fuente y aunque a
veces no lo comprendemos con la mente ordinaria y parece que no tenga lógica la
sensación nos señala el camino a seguir.
Aprendamos humildemente a abrir nuestro corazón y vivamos en
la sabiduría del amor incondicional. Alejemos los juicios que nos separan,
abracemos al Ser que habita en nuestro interior y seamos dignos de manifestar
aquello que somos. Hagamos de nuestra mente una amiga que nos acompaña en
nuestro viaje y no permitamos que sea la “loca de la casa”, como decía Sta.
Teresa, la que lleve la batuta.
Hay una investigación reciente sobre Pármenides, el cual en
su momento manifestó que el conocimiento le había venido, situándose en el
silencio, sin ningún pensamiento, dejando que los conceptos aparecieran… ¡Vaya
descubrimiento! No era necesaria la importación de conocimientos lejanos; en
nuestra cultura conocíamos el secreto pero se había sepultado, no interesaba.
Esto nos confirma que todos tenemos acceso a estos conocimientos, a esta
sabiduría porque todos somos uno.
Imaginaos que maravilla, todos conocemos el camino, sólo hay
que darse permiso para abrir las puertas y dejar fluir a la conciencia. Todo
está a nuestro alcance, pero no nos lo creemos.
Somos millonarios y nos lo negamos. ¿Vamos a estar mucho tiempo ciegos delante de nuestra realidad
profunda?
No es necesario grandes caminatas, ni esfuerzos, ¡todo lo
contrario! Sólo dejar que aparezca aquello que sentimos, aquello que ES sin
ningún tipo de dudas. Dejar de ser nuestro peor enemigo y convertirnos en el
amigo fiel que acompaña y acepta al otro sin ningún tipo de juicio, disfrutando
del camino, creando a cada instante las maravillas de un universo sin
fronteras. Reconociéndonos como el SER que somos y dejando que los disfraces
que hemos escogido sean el medio de descubrirnos totalmente…
Creemos una célula de
Luz, hagamos que esa Luz llegue a todas nuestras células y convirtámonos en pura
Luz. Dicen que hay otra física, más allá de la quántica que va a ser capaz de
explicarnos como acontecen estos procesos de creación, de transformación.
Celebremos con estos investigadores que quieran demostrar aquello que nosotros
experimentamos y sabemos para acabar de una vez para siempre con las dudas de
nuestra mente. Ya no habrá escapatoria ni contrarios en nosotros mismos.
Imagináis con plena conciencia ¿qué es
lo que podríamos crear y llegar a ser más allá de todo aquello que podamos por
ahora poder imaginar?
Rindámonos a la evidencia y celebremos juntos la oportunidad
que nos ha dado la vida de caminar más deprisa por la senda de la sabiduría que
no es otra cosa que el AMOR que somos; Luz a toda potencia, derrumbando las
barreras de la incomprensión y la separación.