¿Os habéis fijado
que los nuevos trabajos van dando sus
frutos?
De la misma manera que caen los pétalos de los cerezos en
Japón y ellos lo festejan como una fiesta nacional, así nosotros estamos soltando las viejas memorias para
permitir que aparezcan las nuevas.
La naturaleza, el cuerpo, la vida nos ayuda en este proceso,
solo necesitamos estar atentos y no dejar pasar la ocasión. Es momento de
celebración, de alegría para recoger la nueva cosecha. Nos embriaga el aroma,
los colores, los contrastes y todas las sutilezas que nos trae la primavera, en
sus diversas manifestaciones y a nosotros en particular. Es el momento de
gozar, disfrutar, celebrar y ampliar conciencia.
Es en el primer generador/chacra donde se empieza a crear la vida y aunque es
el más denso de los chacras, también es el camino para llegar a la iluminación.
Todo es dual, ¿Recordáis? Todo nos
sirve en nuestro proceso personal, no hay que descartar nada, todo es una
oportunidad.
A medida que vamos ascendiendo a los otros generadores, las
energías se vuelven más sutiles pero también más sofisticadas. En el primero es
más fácil, su energía es burda, densa y no nos lleva a ninguna confusión.
Cuando tomamos conciencia de que nos hemos privado de darnos
gozo, alegría o felicidad, eso no quiere decir que nos hayamos equivocado o
maltratado, sino que utilizamos esta experiencia para comprendernos más
profundamente, ¿Cómo podríamos valorar
la risa sin las lágrimas si antes no las hemos experimentado?
Nos cuesta disfrutar, permitirnos gozar, siempre nos quedamos
en las obligaciones, los esfuerzos para mejorar (hacia fuera), sin darnos
cuenta de que no necesitamos hacer esfuerzos, todo fluye.
Referente al TRABAJO PARA CAMBIAR LAS ONDAS CEREBRALES. Pasar
de las ondas beta altas o medias a un estado más relajado de ondas alfa o zeta,
nos ayuda a instalar una memoria diferente en nuestro cuerpo para poder entrar
más fácilmente a un estado meditativo.
Es bueno hacer esta
práctica diariamente antes de hacer la Meditación, por lo menos durante una
semana, para que se vuelva un hábito conocido y cómodo. No es cuestión de hacerlo
a toda pipa, más bien al contrario ya que el objetivo es “estar presentes”.
Siéntate con la columna derecha y cierra los ojos suavemente.
De esta forma se consigue bloquear parte de los estímulos
sensoriales/ambientales que recibes y las ondas del cerebro bajan de frecuencia
y entrarán en el estado alfa más fácilmente. El objetivo es que pases del
estado analítico de beta al estado sensorial de alfa, y que te concentres en el
cuerpo.
Cuando somos muy conscientes del cuerpo y de las sensaciones
corporales, entramos en el subconsciente. El cerebelo tiene la capacidad de
sentir la posición del cuerpo en el espacio y el cerebelo es la sede del
subconsciente, al fijarte en la posición de tu cuerpo en el espacio accedes al
subconsciente saltándote el cerebro pensante. En otras palabras, cuando estás
notando o fijándote en distintos aspectos del cuerpo, piensas menos, tu foco de
atención se vuelve más amplio –no es estrecho y obsesivo, sino creativo y
abierto- pasas de beta a alfa.
Los budistas lo llaman foco abierto, se da cuando las ondas
cerebrales se vuelven ordenadas y sincronizadas.
Una hermosa mañana de primavera, un Maestro zen
recibió a un nuevo discípulo que iba en busca de la iluminación. Lo acogió
amablemente y lo invitó a seguirlo al jardín. Allí pasaron largo rato cuidando
las flores, los árboles y todas las demás plantas. Después el Maestro despidió
al discípulo y lo citó para el día siguiente. Al día siguiente ocurrió lo
mismo, y al otro, y al otro. Y así durante más de diez años… Hasta el día en
que el discípulo dejó de hacer preguntas y de esperar explicaciones. A partir
de entonces ya sólo necesitó estar en presencia del Maestro, sentir,
experimentar directamente su presencia en el jardín… Entonces recibió sus
enseñanzas sin palabra alguna. Su alma pudo eclosionar sencillamente en la
experiencia.
Una de las características del camino del alma es que no se
puede describir con palabras. Por eso muchas enseñanzas filosóficas, aunque no
son inútiles, ni muchísimo menos, son limitadas.
El camino del alma es
una vía que se experimenta, se siente, es la vía misma. Una vez alineado el
pensamiento, el Corazón del alma no puede revelarse sino por la experiencia.
Es evidente que, para conocer realmente el sabor de la
naranja, no sirven de nada las explicaciones que pueden darse sobre el origen
de la fruta, la forma de cultivarla y producirla, etc. Eso sólo servirá para
que sepamos que existe y despertar nuestro deseo de probarla y, en todo caso,
nos informará respecto a cómo conseguirla. La información es útil, pero
insuficiente. Sólo cuando tengamos la naranja en la boca conoceremos su sabor;
sólo podremos hablar de él en forma de metáforas, de imágenes, de poesía o de
música… lo mismo ocurre con la experiencia del alma.
Es interesante observar hasta qué punto la mente racional se
resiste a este tipo de experiencia, incluso la teme. Se comprende, porque no
forma parte de sus mecanismos de supervivencia y escapa a su control…
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