Si vols coneixe’t a tu mateix, mira el món del teu voltant,
si vols coneixer l’univers, mira el teu propi interior.
Rudolf Steiner
Recordando la frase de Peter Ouspenski “Cuando Ud. Se da
cuenta de que no es uno, que es muchos, que puede tener algo por cierto a la
mañana y no saber nada de ello a la tarde, entonces este darse cuenta es el
principio”.
Exploraremos “este principio”. Tomaremos del “principio” de
la biblia como se expresa en el relato de la creación. Más que tomarla como un
relato religioso de cómo se creó el universo, la veremos como una descripción
metafórica de cómo un cosmos hace la transición de la multiplicidad a la unidad
y, en particular, cómo la transición se aplica al microcosmos del hombre.
“En el principio Dios creó los cielos y la tierra. Y la
tierra estaba en caos y la oscuridad estaba sobre la faz del abismo. Y el
Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.” – Libro del Génesis -
“La tierra estaba en caos” significa un cosmos en
desorganización. En el microcosmos del hombre, estos son los muchos “yoes” que
aparecen y desaparecen al azar. Este estado caótico es reforzado por la
ignorancia de sí, porque el hombre dormido no es capaz de ver su multiplicidad,
que se describe como “oscuridad.”
Los mosaicos de San Marco muestran esta oscuridad caótica
como olas acuosas azules.
El hombre nunca podría levantarse de este caos si no hubiera
algo en él que deseara cambiar. Este deseo está representado por el “espíritu
de Dios”, que los mosaicos muestran como una paloma blanca con un halo dorado.
¿Qué os sugiere a
vosotros?
¿Habéis reflexionado
sobre la posibilidad de hacerse cargo de uno mismo? ¿Qué consecuencias habéis
constatado con la decisión tomada? ¿Qué queréis compartir?
“De una forma diferente, los cuatro estados de
la materia representan la misma idea. El fuego, el aire, el agua, la tierra…
Cuando más se desciende, más densa y opaca se vuelve la materia, y más
dificultades se encuentran para moverse. Mirad al topo en la tierra, el pez en
el agua, al pájaro en el aire… y mirad la velocidad de la luz. ¡0cho minutos y
algunos segundos para ir del sol a la tierra! Nada puede igualar la velocidad
de la luz… salvo el pensamiento. Así pues, está claro, cuanto más se desciende,
más limitado está el movimiento, pero cuando más se sube a las regiones del
alma y del espíritu, en donde la materia es sutil, más posibilidades se tienen.
Si se sube, si se trabaja con la individualidad, se puede ir muy lejos,
expandirse hasta el infinito, se es libre. Pero si se trabaja con la
personalidad, pronto se está obligado a detenerse al quedar bloqueado.”
Omraam
Mikhaël Aïvanhov – La Clave Esencial para resolver los problemas de la
existencia –
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