Roger-Pol Droit, doctor en Filosofía, investigador,
autor de 30 libros traducidos a 20 lenguas
66 años. Parisino. Vivo en pareja, una hija. Soy profesor en la facultad de
Ciencias Políticas e investigador del CNRS. Vivimos una época de transición y mutación
fantástica con grandes peligros y esperanzas. No tengo fe, pero puesto que sé que no sé, quizá me sorprenda
'Sentipensar'
El absurdo, el asombro,
el humor y el juego conducen a la filosofía, herramientas que este afamado
pensador francés, consejero de filosofía de la Unesco, utiliza para explorar el
tiempo que nos ha tocado vivir. Ese es su juego, y el que nos propone en 101 experiencias cotidianas (Blackie Books). Por
ejemplo: observe el polvo en un rayo de sol, pocas experiencias tan sencillas
dan con tanta intensidad la sensación de ver como se revela, de repente, un
mundo invisible. Otro de sus ejercicios, este radical, y que se aplica a sí
mismo lo desarrolla en Si sólo me quedara una hora de
vida (Paidós), en realidad un canto a la vida: "Lo que hay
que hacer es sentir".
Así que sabe elegir los melones...
Sí, y ese será mi epitafio, porque ilustra un saber sensible, la confianza que debemos tener en nuestras propias sensaciones pero sin certidumbres, porque con los melones nunca se sabe.
Metáfora del saber vivir...
Durante mucho tiempo pensé que saber cómo vivir era muy complicado, ahora creo que es sencillísimo: no hay nada que comprender, lo que hay que hacer es sentir.
¿Nos tomamos demasiado en serio el juego de la vida?
Quizá el hecho de tomárselo como un juego sea la manera más seria de tomárselo. Cualquier proyecto o acción comienza con un "vale que éramos...", vale que éramos filósofos, cantantes o buscadores de justicia.
Somos un amasijo de sensaciones, deseos, pensamientos, ¿cómo armonizarse?
Aceptándolo. Usted y yo estamos hablando, pero también bebiendo agua, pensando en cosas diversas, percibiendo ruidos... Creernos un monobloque capaz de albergar sólo buenos sentimientos es irreal. Efectivamente somos un enjambre, un remolino.
¿Cubrimos nuestras lagunas con creencias?
Sí, eso es cierto para la vida después de la muerte y para el amor. A la pregunta de por qué me quieres la única respuesta honesta es no lo sé. Hay miles de maneras de explicarnos el mundo. Cuestionar las ideas en lugar de dejarnos manipular nos permite vivir de manera más lucida e inteligente.
¿Cómo sale usted del desánimo?
Me parece que la vida es a la vez alegre y difícil, y siempre hay que poner juntas la faceta clara y la oscura. Lo que no me gusta del pensamiento actual sobre la felicidad es que pretende eliminar completamente lo negativo, apartarlo, relegarlo.
Todo está mezclado.
Decir sí a la vida es decir sí a todo, al amor, a la alegría, al placer, al bienestar; pero también al sufrimiento, a la traición, a la crueldad, la violencia... porque es un conjunto, como nosotros mismos.
Todo pertenece al mundo humano.
Y eso no implica no combatir la violencia o la injusticia, pero siendo conscientes de la indisociabilidad de los opuestos, de que todo se mezcla y entremezcla. Heráclito decía que el mismo camino que sube baja. Quizá sea esa lucidez la que pueda hacernos valorar la alegría.
¿Qué herramienta le es útil para salir de sus momentos malos?
Relativizar, entender que lo que considero difícil de vivir acabará pasando. Y tenemos que salir de nosotros mismos en la medida de lo posible e intentar ver la situación desde otro punto de vista para atenuar algunas formas de dolor emocional.
¿Qué es lo esencial, lo útil?
Vivir, amar, sentir y pensar, seguramente un único movimiento.
¿Cree realmente que llegamos a
amar al otro?
El criterio es sencillo: ¿sentimos alegría constante cuando estamos en compañía del otro? Es algo poco frecuente.
¿Reivindica la locura frente a la razón?
Creer que la razón puede controlarlo todo, que la locura puede ser abolida, es otra insensatez. Por lo demás la razón es aburrida, monótona, y la locura ingeniosa, diversa.
Y peligrosa.
Para sobrevivir con alegría es imprescindible considerar a la humanidad, inclusive lo más respetable, sus grandes hombres, un hatajo de chiflados. Debemos reflexionar sobre nuestras emociones y aspiraciones.
El saber nos hace cometer tantos errores como la ignorancia, dice usted.
Esa es la paradoja, significa que no tenemos que confiar de manera ciega en la ciencia, en los expertos, y tampoco tenemos que temer el hecho de no saber la solución a nuestros dilemas existenciales. Hay que abandonar ese viejo deseo de acceder a la verdad.
¿Vivir sin certezas?
La tolerancia está vinculada con las dudas, podemos tener nuestras convicciones pero admitiendo que no son la verdad absoluta.
La incertidumbre es nuestra espada de Damocles.
Quizá también podamos utilizarla de manera positiva, pensar que esta incertidumbre no tiene fin y por lo tanto hay que transformarla en una fuerza. Nietzsche decía que no es la duda la que nos vuelve locos sino la certidumbre. Sólo los que tienen certidumbres matan.
¿Qué ha intentado cultivar?
El humor, porque es una distancia respecto a uno mismo y los demás, creo que hay virtudes filosóficas en la risa, pero solemos confundimos lo importante con lo aburrido.
¿Qué ocurrencia le ha dado más que pensar?
Spinoza decía que por perfección y realidad entendía lo mismo, pero siempre tenemos la sensación de que falta algo. Cuando era joven me tomaba esta frase como si fuera Valium, porque elimina el resentimiento. Pero hoy me pregunto si Spinoza hubiera podido escribir esta frase al final del siglo XX, después de la shoah, los gulags...
El criterio es sencillo: ¿sentimos alegría constante cuando estamos en compañía del otro? Es algo poco frecuente.
¿Reivindica la locura frente a la razón?
Creer que la razón puede controlarlo todo, que la locura puede ser abolida, es otra insensatez. Por lo demás la razón es aburrida, monótona, y la locura ingeniosa, diversa.
Y peligrosa.
Para sobrevivir con alegría es imprescindible considerar a la humanidad, inclusive lo más respetable, sus grandes hombres, un hatajo de chiflados. Debemos reflexionar sobre nuestras emociones y aspiraciones.
El saber nos hace cometer tantos errores como la ignorancia, dice usted.
Esa es la paradoja, significa que no tenemos que confiar de manera ciega en la ciencia, en los expertos, y tampoco tenemos que temer el hecho de no saber la solución a nuestros dilemas existenciales. Hay que abandonar ese viejo deseo de acceder a la verdad.
¿Vivir sin certezas?
La tolerancia está vinculada con las dudas, podemos tener nuestras convicciones pero admitiendo que no son la verdad absoluta.
La incertidumbre es nuestra espada de Damocles.
Quizá también podamos utilizarla de manera positiva, pensar que esta incertidumbre no tiene fin y por lo tanto hay que transformarla en una fuerza. Nietzsche decía que no es la duda la que nos vuelve locos sino la certidumbre. Sólo los que tienen certidumbres matan.
¿Qué ha intentado cultivar?
El humor, porque es una distancia respecto a uno mismo y los demás, creo que hay virtudes filosóficas en la risa, pero solemos confundimos lo importante con lo aburrido.
¿Qué ocurrencia le ha dado más que pensar?
Spinoza decía que por perfección y realidad entendía lo mismo, pero siempre tenemos la sensación de que falta algo. Cuando era joven me tomaba esta frase como si fuera Valium, porque elimina el resentimiento. Pero hoy me pregunto si Spinoza hubiera podido escribir esta frase al final del siglo XX, después de la shoah, los gulags...
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